MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
27 de septiembre
No están solos
"Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas
rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron" (1 R.
19:18).
Remanente es lo que queda, el resto.
Normalmente es un resto pequeño, lo que se salva de la debacle generalizada. En
términos espirituales, el remanente es lo que permanece junto a Dios cuando la
mayoría se ha ido. Es la reserva espiritual que mantiene la verdad que algún
día todos profesaron.
El remanente ha estado con Dios en cada
período de la historia, en cada crisis. Desde los días de Enoc
hasta el presente, Dios ha tenido testimonio sobre
En días de Elías, cuando el profeta huye de Jezabel, Dios le saca del error y le muestra el remanente.
Elías dice: "Sólo yo he quedado", pero Dios le dice: "Yo haré
que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y
cuyas bocas no lo besaron" (1 R. 19:14, 18). Cuando Baal arrasa con las
huestes de Dios, subyugándolas a una doctrina de demonios, hay unos pocos que
no son seducidos.
La noticia de Dios alienta al profeta, pues
Elías ha caído en el desánimo. Le parece que la lucha es feroz, y que sólo sus
hombros llevan toda
En días malos, el remanente pasa por
momentos de agobio, de persecución y de muerte. Al dolor propio de la
incomprensión se agrega el de
Hoy en día la maldad recrudece, la apostasía
aumenta. La religión cristiana se ha apartado de la persona de Cristo. Puede
que tenga aún la doctrina de Cristo, y que intente profesarla con celo; sin
embargo, tener la doctrina no es necesariamente tener la persona de Cristo. El
Señor, que está afuera, dice hoy: "He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo" (Ap. 3:20).
Los días son malos, y el remanente sufre. El
nombre de Cristo se ha convertido para ellos en motivo de ignominia y
discriminación. Su no adscripción a los movimientos y doctrinas de moda le
granjean la desconfianza del medio religioso. Pero a ellos les basta Cristo.
En medio de ese panorama, Dios alienta a su
pequeño pueblo diciéndole: "No están solos, hay siete mil". Y cuando
surge una débil voz del otro extremo de mundo, que dice: "Sólo yo he
quedado", otra voz le responde del otro extremo: "No estás solo, hay
siete mil". Muchas voces se entrecruzan desde los puntos más sorprendentes
del globo con la misma palabra, con el mismo aliento.
Las comunicaciones globales hoy no sólo
sirven para lo peor. Internet no es sólo un sumidero de tinieblas y
podredumbre: también es el vehículo que Dios está utilizando para que la voz de
sus pequeños se oiga muy lejos. Es la voz de Dios para su remanente, que dice:
"Ustedes no están solos; tengo siete mil".