MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
26 de septiembre
Escogido por gracia
"Aun en este tiempo ha quedado un remanente
escogido por gracia" (Rom. 11:5).
La expresión "aun en este tiempo"
nos indica que el remanente de Dios está presente siempre. Por causa de Sí
mismo, por amor de Su Nombre, Dios se reserva un testimonio sobre la tierra en
cada época. Fue así en los días del Antiguo Testamento, y en los días de Pablo,
cuando se escribe este versículo. Hoy, pasados 20 siglos, y una multitud de
eventos según vemos en la historia de la Iglesia, la palabra sigue en pie:
"Aun en este tiempo...".
Ahora bien, una de las características más
importantes del remanente es su elección por la gracia de Dios. No es escogido
por obras, ni por justicia propia, ni por mérito, como si tuviese alguno, sino
enteramente por gracia. Y sabemos que la gracia de Dios se manifiesta a causa
de la inutilidad del hombre, por causa de su defección e inutilidad.
Cuando Dios le dice a Elías en el monte
Horeb: "Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se
doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron", este "Yo haré"
nos habla de una voluntad que es más alta que la de los hombres. Es Dios quien
elige y actúa. Así que, no debemos buscar en el remanente mérito alguno de
fidelidad, sino en Dios, quien los ha apartado para sí. Pablo refuerza esta
idea al decir: "Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera, la
gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra
ya no es obra" (Rom. 11:6).
En el corazón de quienes constituyen este
remanente debe haber un conocimiento claro y profundo de la gracia de Dios,
debido a que la gloria que Dios suele derramar sobre ellos es muy grande. La
maravilla de conocer a Dios y sus caminos podría envanecer el corazón y turbar
el alma. Para ellos se abren los arcanos de los cielos, y la profundidad de la
sabiduría de Dios está disponible.
Ahora, el hecho de que Dios tenga a este
residuo como su "especial tesoro" o su "propiedad personal"
no significa en modo alguno que Dios no ame a todo su pueblo, ni que no siga
llamando a su corazón para un retorno a la sincera fidelidad. No significa
tampoco que el remanente sea mejor que los demás, ni que Dios no tenga sus
propios tratos con ellos. Nada de esto puede implicarse de este precioso hecho
de Dios. Sin embargo, es claro que Dios halla contentamiento en unos pocos, y
que éstos pocos han de andar como es digno de tan alta vocación.
Tal como los cristianos están llamados a ser
sal en medio de la tierra, el remanente está llamado a serlo no sólo de la
tierra, sino también en medio de la cristiandad que se ha apartado de Dios.
Ellos han de tomar sobre su corazón la carga de todo el Cuerpo, y embargados
del amor generoso de Dios, han de procurar el bien de todos. Sus llamados
amorosos han de tocar a los corazones insensibles, y su intercesión a favor de
ellos tocará también el corazón de Dios. Como los antiguos profetas, se
encenderá su corazón de toda la compasión de Dios, y procurará que otros gocen
también las delicias que hay a la diestra del Padre.