MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
20 de septiembre
Volviendo el corazón a los hijos
"E irá delante de él con el espíritu y el poder
de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos" (Lc. 1:17).
Cuando el ángel Gabriel anuncia a Zacarías
el ministerio de Juan, le predice que hará volver los corazones de los padres a
los hijos. Y para hacerlo toma la profecía de Malaquías. Sin embargo, esta
profecía decía: "Hará volver el corazón de los padres a los hijos, y de
los hijos a los padres" (4:6). ¿Por qué el ángel cita la primera parte de
la profecía, y no en la segunda?
La razón parece ser simple. Cuando el
corazón de los padres se vuelve de veras a los hijos, entonces necesariamente
el corazón de los hijos se volverá a los padres.
Sin duda, la mayor responsabilidad es de los
padres. La primera generación determina la reacción de
Los hijos son una especie de "tabula
rasa", que reciben todas las influencias de los adultos, sin
restricciones. Si los padres no saben sembrar en ellos la buena semilla, es
preciso arrepentirse de eso y dar el primer paso para una restauración. Al
fracasar en esta labor, y al comenzar a cosechar el fruto amargo de la
apostasía y la rebeldía de los hijos, ellos deben ser los primeros en comenzar
a recuperar las cosas.
Alguien podrá tal vez decir: "Yo me he
vuelto a mi hijo, pero mi hijo no se vuelve a mí". Es que la semilla que
se sembró por largos años tiene que dar fruto todavía. "El que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción" (Gál.
6:8). Usted tiene que segar todavía todo lo que sembró, mientras espera en la
misericordia del Señor. Sólo le cabe inclinar la cabeza delante de Él y pedir
que la mala cosecha termine pronto. Pero, sin duda, va a venir el día en que
usted ganará el corazón de su hijo. Los padres deben arrepentirse ante Dios de
sus malas obras, y luego hacer lo mismo ante sus hijos. Ellos tienen que buscar
delante de Dios la forma cómo recuperar el lugar que ellos abandonaron de su
corazón, para luego sembrar, dentro de lo posible –y si ello es aún posible– la semilla de la verdad.
En los tiempos de Juan el corazón de los
padres estaba distanciado de los hijos, y la primera cosa que se debía hacer
era producir un vuelco a favor de ellos.
Tal panorama no difiere mucho de la
situación actual. La indiferencia y rebeldía de los hijos hoy, bien puede ser
la consecuencia de un desinterés y de una displicencia anterior de los padres
hacia ellos.
Que el Señor conceda gracia a los padres para
recuperar, en el temor del Señor, el corazón de sus hijos antes que sea
demasiado tarde.