MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
17 de septiembre
Caín y Abel
Cualquiera sea la religión que el hombre
profese, sea nueva o antigua, se caracteriza fundamentalmente por la forma en
que enseña a sus seguidores a acercarse a Dios. O bien les enseña a acercarse
por sus obras, o bien les enseña a acercarse por la fe; por sus propios
méritos, o por medio de una justicia externa.
Hay en la Biblia dos hombres, hermanos entre
sí, que representan estas dos posturas, estas dos formas de presentarse ante
Dios. Uno es Caín y el otro es Abel. Ambos, hijos de Adán y Eva. Tanto Caín
como Abel nacieron fuera del huerto, luego de la caída de sus padres. Ambos
habían heredado la misma naturaleza pecaminosa de aquéllos. Sin embargo, a la
hora de presentarse ante Dios ellos asumieron actitudes diametralmente
opuestas. La Palabra de Dios dice claramente que la diferencia no estribó en la
distinta naturaleza de estos hombres, ni en ninguna otra circunstancia humana,
sino sólo en las ofrendas que presentaron. La ofrenda hablaba claramente acerca
de lo que había en el corazón de ellos.
En Hebreos 11:4
dice: "Por
Ahora, Caín menospreciaba la forma como Dios
atribuía justicia al hombre, presentando una ofrenda incruenta, como si el
hombre nunca hubiera pecado, y como si Dios nunca hubiera declarado su juicio
hacia ellos. La Biblia dice en Hebreos que "sin
derramamiento de sangre no se hace remisión". Caín era pecador, y entre él
y Dios se interponía
Abel, en cambio, comprendió que se había
abierto un camino hasta Dios por medio del sacrificio de Otro, y que las
demandas de la justicia y santidad de Dios fueron satisfechas mediante la
sustitución de una Víctima sin defecto. Esta es la doctrina de la cruz, la
única que Dios ha aprobado, y por medio de la cual el pecador halla perdón y
paz. Esta es también la única manera en que Dios es glorificado. Abel entendió
que ninguna de sus buenas obras podían permitirle el
acceso a Dios. Así también es como cree todo hombre que ha sido tocado por Dios
para ver su extrema insolvencia y para ver, al mismo tiempo, el agrado con que
Dios mira el sacrificio de su Hijo. Cristo satisfizo por completo todas las
demandas divinas, y quitó de en medio el pecado.
¿Puede ver usted la diferencia entre Caín y
Abel? ¿Por qué uno fue rechazado y el otro aceptado? Si usted sigue el camino
de Caín será igualmente rechazado; si sigue el camino de Abel, será igualmente
aceptado.