MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
15 de septiembre
Salvos sin fe
Si dijéramos así, sin explicación alguna,
que es posible ser salvos sin fe, podría sonar a herejía para los que conocen
las Sagradas Escrituras. Sin embargo, al examinar más atentamente, nos damos
cuenta que en la Biblia muchos fueron salvos sin fe, o con una fe prestada.
En la Biblia se narra el caso de un hombre
que fue salvo por la fe de sus amigos, ya que él no tenía fe (Marcos 2:1-5).
Este era un paralítico. Él tenía cuatro amigos que lo amaban mucho, y querían
que fuera sanado. Ellos decidieron llevarlo a Jesús. Entonces lo tomaron, lo
echaron en una camilla, y comenzaron a abrirse paso entre
La Biblia dice que el Señor Jesús, al ver la
fe de ellos, dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son
perdonados". Y le sanó. Este milagro no fue el resultado de la fe del hombre,
sino de la de sus amigos. No fue el paralítico quien tomó la iniciativa de
acercarse al Señor, sino sus amigos.
Pero aún hubo otros casos más dramáticos.
Cierta vez, el Señor encontró en una sinagoga a una mujer encorvada. Hacía 18
años que no podía erguirse. Todo ese tiempo no podía mirar el cielo; ¡cuánta
vergüenza y humillaciones habrá sufrido! Cuando el
Señor Jesús la vio,
Otra vez el Señor fue al estanque de Betesda, donde una multitud de enfermos esperaban que
bajara un ángel del cielo para que tocara el agua del estanque. Cada vez que
bajaba, el primer enfermo que tocara el agua, era sanado. Uno de ellos, un
paralítico, había estado allí 38 años, y nunca había podido ser sanado, porque
siempre se le adelantaba otro. El Señor se le acerca y, sin más preámbulo, le
pregunta: "¿Quieres ser sano?". El Señor no le preguntó si tenía fe.
Simplemente le preguntó si quería ser sano. Esa pregunta debe de haberle
parecido al paralítico la más bella música a sus oídos. Entonces, obtenida la
respuesta, el Señor le sanó.
Este paralítico, lo mismo que la mujer
encorvada, representan a la humanidad sufriente, postergada. Ellos son los
derrotados de la vida, los que han quedado tendidos a la orilla del camino. Han
presenciado cómo otros triunfan, mientras a ellos la suerte les ha vuelto
Todavía, en el día de hoy, el Señor pregunta
a los hombres y mujeres que sufren: "¿Quieres ser sano? ¿Quieres ser
salvo?". Basta que usted le diga "sí", y Él le salvará y le
sanará.