MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
3 de septiembre
Comunión
Dietrich Bonhoeffer
comienza su libro "Vida en comunión" diciendo: "No es obvio que
el cristiano viva entre cristianos". Es decir, no debemos dar por sentado
que el cristiano disfrute de la comunión con otros cristianos. El cristiano
enfermo, el encarcelado, el misionero en lejanas tierras, no disfruta aquello
que para la generalidad de los cristianos es tan obvio. Y que por ser tan
obvio, lo menosprecia.
La comunión cristiana es un don de Dios, y
es la instancia en que nos es suministrada la vida de Cristo, y no sólo la
vida, sino su consuelo, su aliento, su regulación y su socorro. Bonhoeffer llega a decir que el Cristo en la palabra del
otro es más grande que el Cristo de mi corazón. Resulta sorprendente, y tal vez
para algunos hasta herético, pero es eso lo que implica que cuando hay dos o
tres el mismo Cristo es quien está en medio. En la comunión de los cristianos
se producen fuertes lazos de poder, de autoridad espiritual, de seguridad y
aliento.
En la comunión cristiana es donde
disfrutamos la realidad de ser cuerpo de Cristo, con sus muchos miembros
expresando parte de la insondable riqueza de Cristo, las inefables riquezas de
su gracia. Cristo en cada cristiano tiene un sabor diferente - por decirlo de
alguna manera. En cada cristiano, Cristo expresa una parte única e irrepetible
de su naturaleza y carácter, por tanto, si perdemos al hermano perderemos a ese
Cristo que sólo se expresará a través de él. Quien se abre a la comunión se
abre a la riqueza de Cristo; quien se niega a la comunión cierra la puerta que
le trae la brisa y el alimento del cielo.
Cuánto nos cuesta aceptar que nosotros en
particular no tenemos, ni podemos tener a todo Cristo. Cuánto nos cuesta
aceptar que más allá de mí hay un Cristo más amplio, más rico, sin mis pobrezas
y limitaciones. Un Cristo equilibrado y sabio, que siempre tiene una nueva
perspectiva y enfoque para ver mi problema, que siempre me sorprende con un nuevo
acento, con una nueva solución.
Cuando estamos juntos, Dios derrama haces de
luz que nos iluminan, conmoviéndonos hasta las lágrimas. En la palabra del
otro, aun del cristiano más sencillo, se desgranan torrentes de vida, de
revelación, que jamás pasaron por mi mente, ni subieron a mi corazón. Por eso
el salmista decía: "Porque allí envía Jehová bendición, y vida
eterna" (Sal. 133:3). Es cuando los hermanos habitan juntos en armonía,
que Dios se derrama a sí mismo; es en el estar juntos que las delicias de Dios
son disfrutadas.
La obra del diablo ha sido desde el comienzo
separar; la obra de Dios es unir. Delante de nosotros se abren dos caminos, tan
antagónicos como lo negro de lo blanco, la muerte de la vida: Unir en comunión
franca, sincera, en comunión espiritual, donde Cristo es el centro y la
circunferencia, donde él es el imán que nos atrae, y el lazo que nos rodea. La
comunión espiritual de los cristianos es Cristo mismo.