MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
20 de octubre
El primero y el postrero
---Para
el corazón torcido del hombre es más fácil poner la confianza en las cosas
visibles, externas, que en un Dios invisible que trata con el hombre en la
intimidad de su corazón. Así fue desde el principio con Israel. Lo que eran
indicaciones tipológicas, se convirtieron, en un pueblo cegado por la
incredulidad y vana religiosidad, en los antitipos,
en las realidades que esos tipos indicaban.
---Así
ocurrió, por ejemplo, con el lugar donde se debía adorar a Dios. En Deuteronomio
12, Dios ordena al pueblo a adorar en un solo lugar, el lugar escogido por él.
Primero fue Silo, después Jerusalén. Por eso, aun en los días de Jesucristo,
encontramos a la mujer samaritana tan complicada con el lugar de adoración,
antes que sabiendo en qué consistía la verdadera adoración.
---Así
también ocurrió con
---¿Qué
diremos de Jerusalén, la ciudad que Dios escogió para poner en ella su Nombre?
Ella tenía muro y antemuros, había sido edificada
sobre un monte, el monte santo, ¿quién podía conmoverla? La idolatría hacia
Jerusalén estaba indemne cuando fue destruida por Tito en el año 70 de nuestra
era. La historia registra que cuando la ciudad fue rodeada por las legiones
romanas, los judíos que estaban afuera, en vez de huir de ella, intentaban por
todos los medios ingresar, considerando que era el lugar más seguro sobre la
tierra.
---¿Qué
diremos del templo? El templo pasó a ser, de continente, a contenido de la
verdadera religión. El templo era, 'per sé', el lugar
sagrado, en el cual podían confiar. En días de Jeremías ya Dios reclamaba esto
de su pueblo (Jer. 7:14). Ellos pensaban que Israel
no podía ser tocado, ni amenazado, ni menos destruido a causa de que el templo
estaba en pie, como muestra segura del favor de Dios. Pero en días de Ezequiel
la gloria de Dios dejó el templo – lo cual fue una muestra irrefutable de
que ese lugar dejaba de ser la habitación de Dios.
---Todo
esto, el lugar, la ley, Jerusalén y el templo, había suplantado a Dios en el
corazón de Israel. El corazón, vacío de Dios, se aferraba inútilmente a
aquellas cosas, que siendo buenas y lícitas, no podían reemplazarlo. ¿Cuándo
son útiles aquellas cosas 'legítimas' y 'buenas'? Cuando Dios está en el
centro. Si Dios –el Señor Jesucristo para nosotros hoy–
no ocupa el primer lugar, entonces todas aquellas cosas se convierten en un
estorbo y un fetiche.
---A
través de Isaías, Dios dijo: "Óyeme Jacob, y tú Israel, a quien llamé: Yo
mismo, yo el primero, yo también el postrero" (Is.
48:12). Lo mismo dice el Señor Jesús en el Nuevo Testamento: "Yo soy el
Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor" (Ap. 1:8). Fuera de él,
no hay nada. Nada tiene valor, todo palidece, se enmohece y pervierte. Sólo él
es Dios.