MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
7 de octubre
Tres clases de agua
A partir de las Escrituras es posible
establecer la existencia de tres clases de aguas: la de la fuente, la del pozo
y la del charco. Las tres sirven para saciar la sed, pero las tres son de muy
diferente calidad, y simbología. El agua de la charca es la que está detenida
en un hoyo o cavidad de la tierra, expuesta a todas las contaminaciones; el
agua del pozo está a cierta profundidad bajo la tierra, expuesta a ciertas
contaminaciones; el agua de la fuente, en cambio, es un agua viva, siempre
corriente, que procede de las profundidades de la tierra, incontaminada y pura.
Ellas pueden relacionarse con las tres
partes del ser humano, es decir, espíritu, alma y cuerpo, y específicamente en
lo que se refiere a la satisfacción de cada una de ellas. Cuando el hombre
busca saciar su sed interior con sentimientos y emociones, está bebiendo el
agua del pozo; cuando se entrega a los placeres sensuales, corporales, está
bebiendo del agua de
La mujer samaritana era una mujer que bebía
agua del pozo (Juan cap. 4). Ella había buscado en los afectos de los maridos
que había tenido, la satisfacción para su alma; sin embargo, no la había
encontrado. Ella debía venir al pozo y beber una y otra vez. Los sentimientos y
emociones del alma pueden saciar el alma por momentos, pero no siempre. Por eso
el Señor le dijo a la mujer: "Cualquiera que bebiere de esta agua volverá
tener sed" (v. 13).
El Señor ofreció, en cambio, a la mujer el
agua viva: "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte
para vida eterna" (v. 14). Esta agua se refiere al Espíritu Santo que el
Señor Jesús envió a la tierra luego de su ascensión a los cielos. (Jn. 7:39). Cuando un hombre o una mujer han bebido del
Espíritu, su sed espiritual, la sed más profunda y esencial, es saciada para
siempre.
Los hombres ignoran que su sed del alma no
puede saciarse con el agua del pozo o con el agua de
Usted no necesita buscar esta clase de agua
contaminada, porque ella le saldrá al encuentro; usted no tiene que ir a buscarla:
se la ofrecerán en todas partes. Sin embargo, si usted la bebe, irá quedando
cada vez más contaminado, más oscuro, y su sed no será saciada. Sólo el agua
que Jesús ofreció a la mujer samaritana es la que le saciará a usted. Y no sólo
le saciará, sino que le limpiará de toda las inmundicias que lleva a cuestas,
de tantos años de beber el agua contaminada.