MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
6 de octubre
El dolor del corazón de Dios (3)
Hay una segunda gran expresión del dolor del
corazón de Dios. Esta vez es por sus amados, cuando sufren. Los dolores que
sufren los hijos de Dios suelen aumentar cuando perciben que nadie los
comprende, que están sufriendo solos. El dolor es así aumentado por la soledad
y
¿Qué significan estas palabras? Significan
que nuestros dolores encuentran eco en el corazón de Dios. Una muestra clara de
esto es aquella escena en Betania, a causa de la muerte de Lázaro. Lázaro había
muerto, y sus hermanas lo lloraban. El dolor de ellas era mayor a causa de la
ausencia del Señor Jesús. Le dice Marta: "Señor, si hubieses estado aquí,
mi hermano no habría muerto". Ese "si hubieses estado aquí"
delata la necesidad de compañía cuando estamos atravesando por en medio del
sufrimiento.
Cuando el Señor llega, ellas lloran de
nuevo; sin embargo, su llanto tiene esperanza. El Señor le dice a Marta:
"Tu hermano resucitará". Y entonces, por en medio del dolor y la
desesperanza, surge una certeza. Lázaro viviría de nuevo.
Las dos hermanas pudieron comprobar en
seguida la delicadeza del corazón de Jesús. Pues, al ver a María llorando
"...y a los judíos que la acompañaban, también llorando, (Jesús) se
estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron:
Señor, ven y ve. Jesús lloró" (Jn. 11:33-35).
Cuando Jesús lloró mostró el sentir del
corazón de Dios, porque Jesús nos mostró cómo es Dios. Él dijo: "El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn.14:9). Y
Juan dice de él: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Jn.
1:18). El dolor del hombre no le es indiferente, sino que es también su dolor.
El apóstol Pablo habla en Colosenses de
"las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia" (1:24).
Esas aflicciones pueden deberse sin duda, a la tozudez nuestra, y a nuestras
muchas defecciones, pero también se deben seguramente a los dolores nuestros.
Ayer él se unió al llanto de sus amigas de
Betania, hoy se une a tu llanto y al mío. El profeta decía: "En toda
angustia de ellos él fue angustiado". Nosotros podemos decir, con
confianza: "En todas nuestras lágrimas él mezcla las suyas". Por eso
el apóstol, interesado siempre en llevarnos a la semejanza con Cristo, nos
dice: "Llorad con los que lloran" (Rom.
12:15). Porque él no permanece indiferente ante nuestras lágrimas, quiere que
nosotros compartamos las de nuestros hermanos.
El dolor del corazón de Dios tiene muchas
expresiones: juicio hacia aquellos que persisten en pecar y no quieren escuchar
las advertencias de Dios, y consuelo hacia sus hijos en sus sufrimientos.¿En qué lado está usted?