MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
5 de octubre
El dolor del corazón de Dios (2)
La Biblia dice en Génesis 6 que cuando Dios
vio la irremediable maldad del hombre, y el extremo a que había llegado la
corrupción y la violencia, dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los
hombres que he creado…" (Gn. 6:7).
Fue, sin duda, una decisión muy fuerte. Sin
embargo, por causa de que Dios es Santo, y es Justo, llega un momento en que su
santidad no puede sufrir más el pecado, y en que su justicia no pude sufrir más
Pero entonces encuentra un hombre que, en
medio de la depravación reinante, ha apartado su corazón para Dios. Uno que
siente como Dios, que piensa como Dios, y que vive en la justicia de Dios. Ese
hombre es atraído por Dios, para depositar sobre él la carga de una humanidad
perdida. Noé pasa a ser una especie de 'alter ego' de Dios, un hombre a quien
puede contar su tristeza, y con quien compartir sus planes. Noé se transforma
en el vocero de Dios para
Sí; el dolor del corazón de Dios se
transformó en juicio. Y entonces vino la debacle y el espanto. Dios limpió su
tierra, quitando aquello que la había contaminado. El Creador tiene todos los
derechos sobre su creación, y procede sin consultar con nadie. Si el hombre
está dispuesto a enmendar, escapará de la muerte; si persiste en su pecado,
morirá.
Hoy en día, en que los derechos humanos
llenan las actas de todos los acuerdos sociales, de todas las organizaciones
internacionales, en que se levantan monumentos a los mártires del sufrimiento
humano, los derechos de Dios son ignorados. Aún más, Dios es tildado de cruel,
e intolerante. El hombre que vaga lejos de Dios, no es amable con él; al
contrario, dice cosas duras de él. Pero la paciencia de Dios tiene un límite, y
cuando la corrupción excede los límites de la tolerancia, entonces nada puede
detener el juicio de Dios.
En los días de Josué, Dios decidió raer las
naciones cananitas, debido a que esos umbrales habían sido superados. Cuando
"llegó a su colmo la maldad del amorreo", Dios usó a Israel como su
brazo vengador. En el libro de Josué no hallamos trazas de esa maldad, pero en
algunos pasajes del Pentateuco hallamos una descripción detallada.
La maldad de Canaán se puede reunir en tres
grandes ítemes: idolatría, prácticas ocultistas e inmoralidad. En cuanto a la
idolatría, además de la infinidad de dioses que tenían, habían adoptado la
práctica de la inmolación de sus propios hijos en ofrenda a sus deidades
paganas; en cuanto al ocultismo, practicaban la adivinación, la hechicería, los
encantamientos, la magia, la nigromancia, entre otros. Y en cuanto a lo
tercero, toda desviación sexual era su costumbre; todo exceso era la práctica
habitual.
Esto trajo consigo el justo juicio de Dios.
Sin embargo, no hemos de olvidar: antes del juicio, hubo dolor en el corazón de
Dios. ¿Podemos compatibilizar en nuestra mente tan ideologizada por la cultura
en boga, estos dos conceptos: el dolor del corazón y el juicio justo? En Dios
no se contradicen, sino que son dos aspectos de una sola y misma realidad.