MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
1 de octubre
Sellados
De tiempo en tiempo Dios deja caer sus
juicios sobre la tierra, y entonces la tierra se conmueve y tiembla. Los
hombres miran el cielo con temor, y toda luz se convierte en tinieblas y toda
alegría en pesadumbre.
Los juicios de Dios se dejan caer sobre el
hombre a causa de su pecado. Más bien, a causa de la multitud de sus pecados, y
de que los límites de tolerancia de Dios han sido sobrepasados. Los juicios de
Dios son siempre justos. Si por acaso el hombre impío dudara de que así es, y si hubiera (hipotéticamente) que dar razones, Dios
tendría los argumentos más sólidos para demostrarlo. Es sólo a causa de la ingorancia que se tiene de Dios y de los límites a que
puede llegar la maldad de la humanidad, que el hombre exculpa al hombre y acusa
a Dios.
Dios no envía sus juicios
indiscriminadamente. En su soberanía, él reserva a los suyos, a los justos de
la tierra, para que sus juicios no les alcancen. En días de Ezequías, cuando
Dios decide enviar castigo ejemplarizador sobre Jerusalén, envía a un varón
vestido de lino para marcar a todos "los hombres que gimen y que claman a
causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella" (Ez.9:4). Luego, cuando da la orden de exterminio a los
verdugos, les advierte que "a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no
os acercaréis" (v. 6).
De la misma manera, en Apocalipsis capítulo
7 encontramos los 144.000 sellados, que son defendidos de los juicios que caen
sobre
Ahora bien, si Dios procedió así en días de
Ezequiel, y procederá así en los días señalados en Apocalipsis, ¿no significa
acaso de que esa es su manera de proceder en esos casos? Jesucristo es el
mismo, ayer, y hoy, y por los siglos. Su manera de actuar obedece siempre a los
mismos principios, porque él es inmutable.
La Biblia dice que Dios ha puesto en todos
sus hijos el sello del Espíritu Santo, que es la señal y garantía de que ellos
pertenecen a Dios, que es "las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria" (Ef. 1:14).
Otros ejemplos: En días de Abraham, Dios
envió sus juicios sobre Sodoma y Gomorra; sin embargo, Lot,
quien vivía en una de esas ciudades, escapó de la triste suerte de ellos a
causa de su justicia (2ª Pedro 2:7-9). En Apocalipsis 3:10, el Señor dice a la
iglesia en Filadelfia: "Por cuanto has guardado la palabra de mi
paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre
el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra".
Mucho se ha hablado y escrito acerca de si
los cristianos van a experimentar alguna clase de tribulación en los días
finales, o si serán arrebatados antes de que ésta se manifieste. Cualquiera sea
la postura que se tenga al respecto, hay una verdad que debe relucir sobre
cualquier posición doctrinal: Dios no destruye al justo con el impío. Nosotros,
los que tenemos la bendita fe del hijo de Dios, podemos entonces esperar con
paz los tiempos que vienen, pues cualquiera sean los juicios que Dios envíe
sobre la tierra, sabemos que Dios amparará a los suyos y los esconderá en el
hueco de su morada en el día del mal (Isaías 26:20).