MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
25 de noviembre
Preparativos solemnes
---Éxodo
capítulo 24 es un hito importante en la historia de Israel – que también
es nuestra propia historia espiritual. Hasta aquí hemos visto cómo Dios ha
sacado a Israel de Egipto y lo introduce en sus caminos. Le lleva al Sinaí y le
da
---Hasta
aquí Moisés ya ha sido llevado hasta el monte en dos ocasiones, pero en ninguna
de ellas ocurren cosas tan importantes como aquí. Aquí hay una serie de
acciones que nos dan a entender que algo grande se avecina. Por primera el
Señor invita a subir al monte con Moisés a los hijos de Aarón y a setenta
ancianos (Ex. 24:1).
---Luego
Dios ordena erigir un altar y doce columnas, se ofrecen sacrificios de paz, se
lee el libro del pacto, se rocía al pueblo con
---Nos
preguntamos: ¿Por qué tanta solemnidad? Porque en el capítulo 25, Dios habría
de hablar por primera vez del más grande propósito para con el pueblo de
Israel, el mismo que se consuma después en Apocalipsis 21. "Jehová habló a
Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda
... Y harán un santuario para mí". Este propósito tiene que ver con
la Casa de Dios, es decir, con la Iglesia.
---La
invitación a los hijos de Aarón y a los setenta ancianos revela la intención de
Dios de mostrar la corporatividad en la obra de su
Casa. No sólo Moisés o Josué tienen que ver con la Casa, sino todo Israel,
representado aquí por los ancianos.
---Hay
una dimensión personal en la obra de Dios, y también una dimensión corporativa.
Cuando se trata de la Casa de Dios son incluidos los muchos. Moisés solo, pese
a toda la gracia recibida, no puede erigir una casa para Dios. Necesita del
cuerpo que es la Iglesia.
---Así,
pues, Éxodo 24 es una magnífica introducción para lo que habrá de venir. La
invitación a los muchos da lugar a la revelación que Dios hace de sí mismo. Qué
glorioso: hay una revelación de sí mismo, previo a la noticia sobre la Casa de
Dios. Dios nos muestra quién es, para luego mostrarnos qué quiere.
---La
revelación de quién es prepara el camino para que los hombres estén dispuestos
a ofrecerse a él para hacer su obra. Quien no ha visto a Dios no puede ofrecerse
a Dios. Quien no ha visto su gloria no puede tomar parte en su obra.