MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
19 de noviembre
La mesa de los panes
---El
segundo mueble del tabernáculo descrito en Éxodo 25 es la mesa de los panes de
---La
mesa, pues, está en segundo lugar. Ella era hecha de madera de acacia,
recubierta de oro. Tenía una cornisa de oro, una moldura de oro, cuatro
anillos, uno en cada esquina, y varas para transportarla. Sobre la mesa debían
ponerse semanalmente doce panes, uno por cada tribu.
---Estos
panes de la proposición representan al pueblo de Dios, y la mesa nos habla de
comunión (Apoc. 3:20). Ella es la expresión de la
comunión en el pueblo de Dios. Los panes pasan por un proceso antes de llegar a
ser tales. Hay trigo molido, amasado y cocido. De la misma manera, el pueblo de
Dios no es el conjunto de granos, es decir, no son individuos, sino hombres y
mujeres cuyo ego ha sido molido hasta el polvo, para llegar a ser uno.
---El
fuego del horno es parte importante del proceso. Sometido a altas temperaturas,
el pan llega a estar con condiciones de ser comido. ¿Cómo podría el Hijo de
Dios comer un pan crudo, o una "torta no volteada" (Oseas 7:8), es
decir, cocida por un lado pero cruda por el otro? En la mesa del Señor, en la
comunión con Cristo, hay panes debidamente amasados y cocidos.
---Hay
cuatro cosas que caracterizaban la vida de la iglesia en Jerusalén, en tiempos
de los apóstoles: "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la
comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones"
(Hechos 2:42). Estas cuatro cosas guardan estrecha relación con los principales
muebles del tabernáculo, siendo el primero de ellos el arca, "la doctrina
de los apóstoles", es decir, Cristo. La segunda de estas cosas, es decir,
"la comunión unos con otros" es la mesa de los panes de la
proposición.
---Debemos
tener qué ofrecerle al Señor cuando viene a tener comunión con nosotros. Así
como nosotros comemos de Pan vivo que descendió del cielo (pues él se dio a
nosotros), él también come de nosotros, y entonces hemos de estar
convenientemente amasados, es decir, habiendo perdido nuestra individualidad, y
horneados, es decir, juzgados y despojados de nuestra condición natural. Nada
de lo viejo debe quedar en nosotros. Debemos llegar a ser agradables al Señor,
en quienes él pueda hallar contentamiento, porque él es el Hijo sobre su casa
(Hebreos 3:6). ¿Podemos ofrecer al Señor una comunión íntima en una mesa
limpia, bien provista de panes horneados, de la mejor harina?
---La
mesa también tiene que ver con la comunión unos con otros. Si tenemos comunión
con Cristo, entonces es posible la comunión verdadera con otros hijos de Dios.
"Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros" (1ª Juan 1:7).