MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
27 de mayo
Primeramente al Señor
"... sino que a sí mismos se dieron primeramente
al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios" (2ª Cor. 8:5).
Cada día podemos notar la obra del Espíritu
convirtiéndonos de nuestra infidelidad, ignorancia e incredulidad, al camino
del Señor: Cristo. "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que
diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni
tampoco torzáis a la mano izquierda" (Is.
30:21).
Oímos muchas veces que debemos servir.
Servir a los hermanos, servir al prójimo, pero el Señor nos enseña algo
importante en esta tarea. Primeramente nos damos, servimos al Señor, después a los
hermanos y al prójimo por la voluntad de Dios. Aquél que previamente no se ha
dado al Señor servirá por interés, lo hará para su propia gloria.
La Iglesia para con el Señor tiene la misma
posición. Parece que es común entre nosotros. Tenemos la impresión de que el
Señor es quien nos sirve. Nos sentamos y esperamos que Él nos sirva en nuestros
deseos, en nuestras necesidades y ambiciones. Cuando nos reunimos, tenemos la
misma posición: esperamos de lo alto una palabra, una cura, una bendición. El
Señor no nos enseña así. Él desea primero ser servido por Su Iglesia, después
nos sentaremos a comer: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo"
(Ap. 3:20). Primero Él viene a cenar con nosotros, y después nosotros con Él.
Cuando nos reunimos, estamos en torno a la
mesa del Señor, pero antes de que participar de ella, es necesario primeramente
servirle a Él. Él es nuestro pan, pero nosotros también –su Iglesia– somos pan para el Señor. Nos alimentamos de
él, pero Él también se alimenta de nosotros: "Siendo uno solo el pan,
nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel
mismo pan" (1ª Cor. 10:17).
En Hechos 13:1-2, el Señor nos enseña por su
Palabra, que la iglesia en Antioquia comprendió esto claramente. Primero
servían al Señor: "Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se
llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén
el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado.
En Juan 12:1-2, también vemos claramente
este orden. En la Iglesia hay los que sirven al Señor, los que se sientan a la
mesa con Él, y los que quiebran su vaso para derramar ante él su perfume.
Primero al Señor, después a nosotros por la voluntad de Dios. Atendamos
diligentemente a esta orden, pues ésta es la enseñanza del Espíritu para que
Cristo sea glorificado.