MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
22 de mayo
Metáforas de un obrero
Primero, la de la nodriza. "Antes
fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus
propios hijos. Tan grande era nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos
querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias
vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos" (1ª Tes. 2:7). La
nodriza cuida del bebé, y lo hace con especial ternura y cariño. Ella le provee
la leche, que es el alimento adecuado para esa edad. (1ª Ped.
2:1-3). Todo apóstol ha de ser capaz de cuidar con ternura de los hijos de Dios
en esta primera etapa de su vida espiritual.
En segundo lugar, la del padre. "Así
como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y
consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es
digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria" (1ª Tes. 2:11-12). El
padre asume su función luego que el niño ha crecido lo suficiente, y está en
condiciones de asumir responsabilidades. Un niño necesita exhortación, consuelo
y también necesita asumir tareas ("encargos"). Si el niño no recibe
estos tratos de su padre, crecerá pusilánime y perezoso.
Por último, está la actitud del hijo.
"Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de
vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro
rostro, por lo cual quisimos ir a vosotros..." (1ª Tes. 2:17-18a). Aquí
Pablo utiliza una palabra que hace referencia a un hijo lejos de casa. Este
hijo (el apóstol mismo), desea volver a ella, porque allí están sus afectos más
íntimos. Esta última figura es sorprendente, pues nos muestra al apóstol en una
dimensión de humildad, ligado de corazón a los hermanos. Su actitud no es aquí
la del apóstol, grande, lleno de autoridad, sino la del hijo que anhela estar
de nuevo en casa. La figura del apóstol idolatrado, lejano, inalcanzable para
los pequeños en la iglesia no es escritural, sino
mundano. Es más la de un gobernante de las naciones, que la de un siervo de
Dios.
Como vemos, el trabajo apostólico es
múltiple y polifacético. Reúne en sí mismo la labor del evangelista, la del
pastor, la del maestro y la del profeta. Nada de eso, sin embargo, es motivo de
vanidad ni vanagloria. Al contrario, es su carga espiritual, y debe ser fiel a
ella.
Las palabra de Pablo a los tesalonicenses
siguen sonando emocionadas, llenas de dulzura: "Porque, ¿cuál es nuestra
esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de
nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y
gozo" (2:19-20). La conducta de Pablo entre los tesalonicenses es un
ejemplo para todos los obreros de Dios en el día presente.