MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
20 de mayo
Recomendando a Cristo
"Así, pues, nosotros como colaboradores suyos os
exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios" (2ª
Corintios 6:1).
Los que creemos y hemos recibido a Cristo,
hemos recibido la gracia de Dios, porque Cristo es la gracia de Dios. Y, si
tenemos la gracia, también tenemos una responsabilidad: Dios nos ha hecho
embajadores suyos y nos ha dado el ministerio de la reconciliación. ¡Qué gran
privilegio! Pero aquí el apóstol Pablo nos exhorta a que no recibamos esta
gracia en vano.
Podemos colaborar con Dios teniendo comunión
con él, si nos rendimos para dejarlo obrar a él. Recibir la gracia en vano es
no dejar que Cristo se expanda a las diferentes áreas de nuestro ser y a las
demás personas.
Dice Isaías 10:1-2: "¡Ay de los que
dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los
pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a
las viudas, y robar a los huérfanos!". Recibir la gracia en vano es quitar
el derecho a los afligidos del pueblo de Dios, a los que tienen sed de Cristo,
es despojar a aquellos que todavía no son parte de la novia de Cristo y a los
que aún no tienen a Dios como su Padre. No hay que robarle al pueblo de Dios lo
que le pertenece, sino colaborar con él y recomendar a Cristo.
Por eso es vital la comunión diaria con
Dios. Si no nos presentamos a diario y esperamos en él, entonces andaremos en
nuestros propios caminos. "Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y
en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí
ahora el día de salvación. No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para
que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo
como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades,
en angustias" (2ª Cor. 6:1-4).
Las características y situaciones que el
apóstol menciona aquí no son cualidades de nuestro hombre natural. El tiempo es
aceptable porque Cristo ya murió en la cruz, porque su sangre preciosa nos
limpia de todo pecado y nos hace aceptables ante el Padre. El apóstol, aquí,
está recomendado a Cristo en todo. Él no se está recomendando a sí mismo - él está
sirviendo, recomendando a Cristo a los demás.
Luego dice: "como moribundos, mas he
aquí vivimos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos" (v. 10). Cuando
somos débiles, entonces somos fuertes, y podemos recomendar a Cristo por el
poder de Dios.
Si nos recomendamos a nosotros mismos y no a
Cristo, quiere decir que aún somos ricos en nuestro 'yo', en nuestros
conceptos, en nuestra sabiduría, en nuestros logros. Pero si somos pobres en
nosotros mismos, seremos ricos en Cristo y así enriqueceremos a muchos.
Estar en el camino de Dios es recomendar a
Cristo en todo. En este camino vamos a pasar por el valle de lágrimas, pero lo
cambiaremos en fuente cuando la lluvia llene los estanques, cuando permitamos
que la fuente que hay en nuestro espíritu riegue nuestra alma. Así vamos a
poder darles de beber a otros a Cristo. ¡Gracias por las pruebas, que hacen que
las lágrimas se tornen en fuentes; gracias por la cruz, que nos permite
recomendar a Cristo!