MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
3 de mayo
Fe no fingida
La expresión "fe no fingida"
aparece dos veces en las epístolas de Pablo a Timoteo. La primera vez está
referida a Pablo, la segunda a Timoteo y su familia. La expresión puede
entenderse como "fe genuina" en contraste con la "fe
aparente".
¿Cómo podemos diferenciar la fe genuina de
la fe fingida? La fe fingida:
a) Se
evidencia en la manera de relacionarnos con Dios. Todavía vemos a Dios
lejano, tenemos temor de él, no podemos decirle "Padre". Podemos
creer en él, y aun defender su existencia en las discusiones con los ateos o
agnósticos; pero no podemos decir que somos "hijos" de Dios, y que él
es nuestro "Padre". Un creyente genuino ha recibido el Espíritu
Santo, para la filiación, y por medio de él clama "Abba, Padre". Se
goza en el hecho de ser un hijo de Dios, y puede reconocer al Espíritu dentro
de él, guiándole, consolándole, enseñándole.
b) Desconoce
a Jesucristo. Habla de Dios, pero no de Jesucristo. Muchos hablan de Dios,
en sentido general, pero no de Jesucristo como Dios encarnado. El Señor dijo:
"Nadie viene el Padre sino por mí", "Yo soy el camino".
Muchos creen en Dios, oran a Dios (a "Diosito"), pero no conocen la
relación con Jesucristo. Un creyente genuino sabe que por medio de Jesucristo
ha conocido a Dios. Valora su muerte en la cruz, y su sangre derramada para el
perdón de sus pecados.
c) Se basa en la herencia, no en
d) Es
mental, no espiritual. Si es mental está en el plano del alma, cambiante,
insegura; sólo si es espiritual tiene la firmeza del cielo.
e) Es
proclive a las disputas doctrinales y a la palabrería (1ª Tim. 1:3-7). La
fe fingida es tan débil que necesita reafirmarse ante sí misma. Y entonces
pelea y discute, normalmente acerca de cuestiones externas, de la ley, de los
mandamientos, de las doctrinas. Un creyente genuino no necesita demostrar nada
para creer, porque su fe le ha sido dada de arriba y está más allá de las
opiniones humanas.
f) No
produce ningún cambio real en la manera de vivir. La fe fingida hace
promesas, intentos, pero ningún cambio de vida real. Como no hay nuevo nacimiento,
se trata del mismo hombre viejo que trata de enmendarse. El creyente genuino,
en cambio, puede comprobar en sí mismo una nueva manera de ver la vida, de ver
el mundo. Se da cuenta que el mundo está caminando en el sentido equivocado, él
sabe que no pertenece al mundo.
¿Cuál de estas dos es la fe que usted tiene?
Si tiene una fe fingida, no sirve ni servirá para nada en el futuro. Es como un
fundamento de arena movediza. Ahora es el tiempo de pedir a Dios y asegurarse
de tener una fe genuina.