MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
2 de mayo
Restauración personal
La restauración de todas las cosas, como nos
dice el texto de Hechos 3:21, con toda certeza Dios la cumplirá, pues para esto
el cielo recibió a nuestro Señor Jesús, lo cual fue dicho por la boca de los
santos profetas desde el principio.
Ella se cumplirá, porque fue Dios quien lo
dijo. Mas, la restauración comprende todas las cosas,
incluso a nuestra vida personal. Jesús empezó esta obra en la cruz del
Calvario, donde se tornó en el último Adán, crucificando juntamente con Él a nuestro
viejo hombre (Rom. 6:6). Perdonó nuestros pecados por
su sangre y nos resucitó juntamente con Él, haciéndonos nacer de nuevo para una
esperanza viva (Ef. 2:5-6; 1ª Pedro 1:3).
Haciendo un paralelo, podemos notar que
nuestra vida personal acompaña la restauración desde el tiempo de la reforma
que inició por Martín Lutero hasta los días de hoy. Esta obra de restauración,
consumada por Cristo en la cruz, empieza en nosotros por la justificación por
la fe (Rom. 5:1-2).
Después Lutero vemos a Juan Calvino, el cual
hizo a la Iglesia de nuestro Señor regresar nuevamente a la visión teocéntrica y cristocéntrica. Es
necesario que nuestra visión sea cambiada del hombre hacia Dios; pues todo
proviene de Dios, de nuestro Padre (Juan 6:44-45).
Después de Juan Calvino, a mediados del
siglo XIX vemos el clamor de la iglesia buscando un avivamiento personal para
una vida santa. Y la iglesia fue despertada para la santificación por
A fines del siglo XIX e inicios del siglo
XX, sin citar nombres, vemos el Espíritu de nuestro Dios –porque así es
en todos los tiempos– restaurando el testimonio
a la Iglesia de la glorificación por
La justificación por la fe nos trae
regeneración, la santificación transformación y la glorificación por la fe la
transfiguración (2ª Cor. 3.18). Ésta es la salvación completa que el Señor
realizó en aquella cruz, que comprende nuestro espíritu, alma y cuerpo.
La glorificación por la fe culmina nuestra
glorificación personal con la glorificación colectiva. Cristo en nosotros es la
esperanza de la gloria, pero la gloria que nos fue dada es para que seamos uno
(Juan 17:22).
Si la restauración del testimonio del Señor
a través de la Iglesia no ha sido una realidad en nosotros es necesario reverla
personalmente. Tenemos que regresar a la justificación por la fe, para que a
partir de allí, nuestra visión sea santificada y pase a ser teocéntrica
y cristocéntrica. Que avancemos en nuestro caminar y
alcancemos por la fe la renovación por Espíritu Santo, para una vida
verdaderamente libre del pecado; sirviendo al Señor sin temor, en santidad y
justicia todos los días de nuestra vida (Luc. 1:74-75).
La glorificación por la fe, el vivir por la
fe y en amor para crecer como Iglesia, solo será posible si nuestra vida
personal es una realidad en lo que dice respeto a la justificación y santificación
por la fe.