MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
30 de marzo
Cómo hallar el reposo (1)
Cuando leemos los capítulos 3 y 4 de Hebreos vemos que hay una estrecha relación entre Cristo, la
iglesia y el reposo.
En 3:6 se nos dice que nosotros, los
creyentes, somos la casa de Dios. Poco más abajo, en 3:14 se nos dice que hemos
sido hechos participantes de Cristo. Si unimos ambas cosas tenemos que, por el
hecho de ser de Cristo, somos iglesia. Entonces, en el capítulo 3 tenemos la
realidad de tener a Cristo, y la realidad de ser iglesia.
Pero luego, el Espíritu hace varias
advertencias, mediante dos subjuntivos. Uno en relación a la casa y otro en
relación a Cristo. Somos iglesia, si es que "retenemos firme hasta el fin
la confianza", y participamos de Cristo, si es que "retenemos firme
hasta el fin nuestra confianza del principio". Ambas advertencias nos
conducen a la necesidad de mantener la confianza (o el denuedo, o la
seguridad), y a retener aquello que hemos recibido ("Confianza" y
"retener" aparecen en ambos versículos).
Debemos mantenernos en el terreno de la fe
en cuanto a estas cosas. Israel pecó en el desierto, porque no creyeron, debido
a su endurecido corazón. Y a causa de que no creyeron, Dios se indignó con
ellos, y no los dejó entrar en su reposo.
De la misma manera, nosotros podríamos no
entrar en el reposo, si es que no retenemos las cosas que hemos recibido: la
realidad de ser de Cristo y la realidad de ser iglesia.
Entrar en el reposo significa descansar en
la obra de Dios a nuestro favor. Dios ha hecho algo en Cristo para nosotros,
por tanto, Dios nos presenta a Cristo, y nosotros debemos contemplarle y
deleitarnos en él. Lo segundo, Cristo nos ha edificado como iglesia (Él dijo:
"Edificaré mi iglesia"), y entonces debemos contemplar su maravillosa
edificación con nosotros.
Nosotros hallamos reposo cuando vemos que
Dios nos ha hecho participantes de Cristo, y cuando Cristo nos edifica como
casa suya. No sólo lo primero, sino también lo segundo. Nada nos habla mejor de
reposo que una casa. En nuestra casa, nuestro corazón verdaderamente descansa.
Así también con nuestra alma, sólo halla
quietud y descanso cuando hemos hallado la casa de Dios. No toda congregación
de creyentes es casa de Dios. ¿Cómo sabemos esto? Hebreos nos pone el ejemplo
de Moisés, que fue fiel en toda la casa de Dios (3:2). Él se abstuvo de
proponer sus ideas, y simplemente siguió los lineamientos de Dios para levantar
el tabernáculo. No toda congregación es casa de Dios, porque no todas obedecen
los lineamientos de Dios. Cuando hallamos la casa según Dios, entonces hallamos
reposo. El reposo es la mejor señal de que hemos hallado al Señor y a su casa.