MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
29 de marzo
Tres tipos del arrebatamiento
En los cruciales días que vivimos, muchos
esperan que algo extraordinario ocurra. La Biblia abunda en profecías que
permiten concluir que estamos próximos a la venida del Señor Jesucristo para
arrebatar a su iglesia.
Este suceso está prefigurado en el Antiguo
Testamento mediante tres personajes: Enoc, Isaac y Lot. Veamos cómo ellos nos muestran diferentes aspectos de
este acontecimiento.
Enoc. En Génesis
cap. 5 se nombran los primeros descendientes de Adán. De todos ellos se dice
que vivieron y murieron. Sin embargo, del séptimo se dice: "Y caminó Enoc con Dios ... y desapareció,
porque le llevó Dios" (v. 22, 24). Enoc fue
arrebatado antes de que el diluvio arrasara con todo ser viviente. Es, por
tanto, un hermoso tipo de aquellos que no dormirán, sino que serán
"transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos" (1ª Cor.
15:51-52).
Isaac y Rebeca. La historia de Isaac y
Rebeca nos muestra detalles preciosos de lo que será el encuentro de Cristo y
la iglesia en el rapto. Abraham, padre de Isaac, envía a su criado a buscar una
esposa para su hijo desde lejanas tierras. Éste la trae ricamente ataviada.
Luego de atravesar el desierto, llega a donde vive el novio. Éste ha salido al
campo a pasear y allí
Tal como el criado, el Espíritu Santo ha
sido enviado a preparar una esposa para Cristo. Para ese fin, él la ha ataviado
con ricas vestiduras y dones, y la trae por el desierto del mundo hasta el
encuentro con su Amado. "Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en la nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1ª Tes. 4:17).
Lot. Este era un
hombre justo que vivía en Sodoma, abrumado por la vida depravada que ellos
llevaban. Hasta que un día Dios decidió destruir la ciudad, y envió a dos
ángeles para que sacaran a Lot de la ciudad, junto a
su familia. Pero sus yernos no hicieron caso, y perecieron. La dureza e incredulidad
de los impíos es tal que tampoco se persuadirían aunque alguno se levantase de
los muertos para testificarles (Lc. 16:31).
Mientras huían de Sodoma, la esposa de Lot miró hacia atrás, y se volvió estatua de sal. Jesús
dijo: "Acordaos de la mujer de Lot. El que
procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará" (Lc. 17:32-33). El ejemplo de esta mujer nos muestra que no
todos los cristianos serán arrebatados. "Os digo que en aquella noche
estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado" (Lc. 17:34).
El Señor advierte: "Mirad por vosotros
mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de
los afanes de la vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día" (Lc. 21:34). Es preciso caminar con Dios, como hizo Enoc, y afligir cada día el alma justa como hacía Lot. Es necesario esperar la venida del Hijo de Dios, para
tener la dicha, como Rebeca, de ir a encontrarle "en el campo".