MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
17 de marzo
Los que piden señales
El Señor Jesús reprendió severamente a los
judíos por pedir señales. Ellos querían que Jesús les convenciera mediante
milagros y hechos portentosos que él era el Cristo. Sin embargo, el Señor no
aceptó concederles tal cosa.
Es que las señales no producen fe en el
corazón, sólo satisfacen la curiosidad de
Los que piden señales se mueven en la esfera
de la carne, de las cosas exteriores. Dios busca es el corazón del hombre, allí
en ese rincón donde sólo Dios ve y puede entrar.
Corazín, Betsaida, Capernaum, son ciudades
galileas que pasaron a la historia como escenarios donde el Señor hizo muchos
milagros, y a las cuales el Señor reprendió por no arrepentirse. "¡Ay de
ti, Corazón! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y
en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido
hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y
ceniza" (Mt. 11:21). A Capernaum
le dice: "Si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos
en ti, habría permanecido hasta el día de hoy". Pocas palabras son tan
severas como las que el Señor dirige a las ciudades y los hombres buscadores de
milagros.
En otra ocasión, cuando los escribas y
fariseos le dijeron al Señor: "Maestro, deseamos ver de ti señal", él
les contestó: "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no
les será dada, sino la señal del profeta Jonás". Y esta señal no tenía que
ver con hechos portentosos que satisficieran la curiosidad de la gente, sino
que apuntaba a su propia muerte y resurrección.
En seguida compara a esa generación con un hombre
del cual ha salido un espíritu inmundo. El espíritu inmundo regresa otra vez y
toma posesión de aquel hombre, provocándole un daño mayor. De la misma manera,
esa generación que fue objeto de la gracia y el poder de Dios, se vería
posteriormente zarandeada por Satanás, y su postrer estado sería peor que el
primero.
Los que piden señales se exponen a un mal
fin. Ellos no tienen un corazón para oír quietamente al Señor, y creer a su
palabra. Su corazón malvado buscaba siempre una excusa para no arrepentirse.
Pablo, hablando a los corintios, dice: "Porque los judíos piden señales, y
los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado,
para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura" (1ª
Cor. 1:22-23). Ni los judíos pidiendo señales ni los griegos buscando
sabiduría, agradan a Dios. Sólo los que se glorían en Cristo crucificado
satisfacen su corazón.
La cruz de Cristo es la señal del profeta
Jonás, la única que Dios da al hombre como testimonio acerca de su Hijo. A
Cristo no se le conoce verdaderamente a través de las señales, sino en