MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
16 de marzo
Esteban, el Precursor
La defensa y muerte de Esteban tiene una
especial connotación, que se agrega a la muy importante de ser el primer
mártir.
Para percibirlo, debemos poner especial
atención a las acusaciones que se le hicieron, y por las cuales fue llevado al
concilio. Las últimas acusaciones fueron las siguientes: "Y pusieron
testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas
contra este lugar santo y contra la ley; pues le hemos oído decir que ese Jesús
de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio
Moisés" (Hech. 6:13-14).
La falsedad de estas acusaciones no se debía
a que Esteban hubiese anunciado el fin del templo y de la dispensación de la
ley, sino de que hubiese hablado palabras blasfemas contra ello. Para los
judíos eso era blasfemia, porque no lo podían entender, pero sin duda era el
propósito y la voluntad de Dios. El Señor mismo había dicho a sus discípulos
que de ese lugar no quedaría piedra sobre piedra que no fuese removido.
Luego, el discurso de Esteban, que abarca
casi todo el capítulo 7 de Hechos, surge a partir de esta falsa acusación. Y
Esteban se remonta a los inicios de la historia del pueblo de Israel para
fundamentar su defensa. Su relato es amplio y profundo, e incluso arroja luz
inédita sobre algunos pasajes del Antiguo Testamento. Sin embargo, no hemos de
perder de vista de dónde comienza y dónde termina Esteban. Su propósito no era
demostrar cuán buen judío era, y cuánto sabía de la historia de su pueblo. El
fin de su discurso es algo muy diferente.
Para verlo con claridad, debemos ir a sus
últimas palabras.
El punto final –el clímax–
de sus palabras es la alusión a David y Salomón, donde retoma de modo directo
el tema del templo. "Este (David) halló gracia delante de Dios, y pidió
proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa" (vv. 46-47). Este es el último hecho histórico narrado por
Esteban. En seguida, él realiza una ferviente apelación: "Si bien el
Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es
mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? Dice el
Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas
cosas?". Su argumento concluye, en otras palabras, de esta manera:
"Aunque Dios permitió a dos de sus mejores siervos para que le levantaran
casa, Dios no habita en templos hechos de mano. No hay ninguna cosa creada que
pueda ser dignamente mi casa. Así que, no os debe extrañar que esta casa vaya a
ser destruida. Dios ha decidido habitar entre los hombres de otra manera".
Esteban intuyó de antemano el propósito de
Dios con respecto al templo y al cambio de dispensación, lo cual sería
desarrollado por Pablo de manera más amplia. Pero aquí en Esteban está el
germen de la revelación sobre la Iglesia como la nueva habitación de Dios.
Esteban fue el Precursor de esta revelación. Y como ocurre cada vez que la
verdad de Dios resplandece con fuerza la primera vez, encandila a los
religiosos tradicionalistas, y los vuelve contra Dios.