MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
10 de marzo
Nicodemo
Casi todo el material utilizado por Juan en
su Evangelio es diferente al de los otros Evangelios. Eso lo diferencia de los
otros tres, llamados sinópticos. Entresacando de este novedoso material
referente al Señor Jesucristo, hallamos cuatro o cinco encuentros con personas
muy representativas. Son representativas, porque sin duda Juan tuvo a la mano
mucho material disponible, que no incluyó. ¿Por qué incluyó este material, y no
otro? Creemos que aquí hubo una cuidadosa selección, a fin de cumplir su
propósito, que era demostrar que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
El primer encuentro es con Nicodemo, este
sabio maestro de los judíos. Saltándose los saludos protocolares, Juan muestra
al Señor introduciendo un tema absolutamente nuevo en el Nuevo Testamento: el
nuevo nacimiento. La mayor necesidad de un hombre como Nicodemo, versado en los
escritos sagrados, era nacer de nuevo. Él era simplemente un estudioso, pero no
un hombre nuevo.
"Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Jn.
3:6). Este es el gran dilema del hombre, él es carne; en cambio, Dios es
Espíritu (Jn. 4:24). ¿Cómo alguien podrá conocer a
Dios, si no nace del Espíritu, la misma naturaleza de Dios? Nicodemo no podía
ignorar esto – pero lo ignoraba.
La esfera de la carne y la del espíritu son
irreconciliables, y opuestas. Nadie puede cambiarse de esfera, a menos que Dios
lo cambie. Nicodemo quedó desconcertado. Él se movía en la esfera de las cosas
terrenales – a pesar de que era un teólogo, versado en las cosas
celestiales. Él no conocía a Dios en el espíritu, lo conocía meramente a través
de su mente esclarecida.
Ah, el drama de Nicodemo es el de muchos
todavía – incluso dentro del cristianismo. Conocen a Dios de oídas, pero
no pueden decir: "Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad" (Jn. 1:14). Tampoco
pueden decir: "Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos..." (1ª
Cor. 1:3). Su conocimiento es meramente intelectual, doctrinal, teológico.
Apenas comenzando este Evangelio, el Señor
nos deja en claro a través de Nicodemo, que no es posible conocer a Dios de
otra manera si no es naciendo de nuevo, porque sólo el Espíritu de Dios puede
revelarnos a Dios y las cosas que son de Dios. Unos pocos capítulos más
adelante, Juan nos reitera: "El espíritu es el que da vida; la carne para
nada aprovecha" – Nada terrenal aprovecha para conocer a Dios, y
para hacer la obra de Dios.
Nicodemo debía ser desnudado de vana
pretensión de sabio según
Nicodemo fue un bienaventurado, pues supo a
tiempo que nada de aquello en lo que se gloriaba le servía. Más adelante lo
vemos poniéndose del lado de Jesús frente a los sacerdotes y fariseos (Jn. 7:50-52), y ungiendo al Señor luego de la crucifixión
(19:39). Una palabra del Señor salvó a este hombre de