MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
5 de marzo
Viviendo con una sola meta
"Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo
cual fui también asido por Cristo Jesús" (Filip.
3:12).
En 1886, el misionero irlandés Robert Thomas
se enteró de que el idioma coreano era parecido al chino. Como tenía una carga
por el pueblo coreano, él se preguntaba si ellos podrían leer la literatura que
había usado en China. Así que cargó varias Biblias y libros cristianos y se
embarcó rumbo a Corea. Cuando faltaba poco para que el barco alcanzara las
costas coreanas, estalló un conflicto a bordo entre americanos y nativos. En
medio de la batalla, el barco fue incendiado y todas las personas murieron,
excepto Robert Thomas, quien pudo alcanzar la costa con las Biblias y otros
libros que había podido rescatar.
Los habitantes del lugar no sólo habían
visto al barco desde la costa, sino también sus esfuerzos por llegar.
Enfurecidos, apalearon a Thomas hasta darle muerte. Ellos no sabían lo que
estaban haciendo, pero de esa manera
Los veintitantos años en la vida de una
persona es la edad en que comienzan a realizarse los sueños habidos en
El llamamiento de Thomas se hizo sentir muy
tempranamente, y él se abocó a cumplirlo con todas sus fuerzas. Es admirable
cómo un joven de 26 años lo tuviera tan claro, y tuviera, además, el arrojo
para cumplirlo tan lejos de su familia y su país. Él supo medir en la balanza
del santuario lo que pesan las acciones de los hombres.
Él pudo haber sido exitoso en el mundo, pero
hubiera sido un fracaso para Dios. Pudo haberse dedicado a los negocios y haber
amasado una fortuna, pero hubiera sido un miserable para Dios. Pudo haber
dejado que su vida transcurriera lánguida y extensa, hasta llegar a ser un
anciano venerable, pero sus muchos días no le hubieran dado una gran
satisfacción.
La meta de todo cristiano es "asir
aquello" para lo cual fue "asido por Cristo Jesús". ¿Cuál es
"aquello" en nuestro caso? ¿Es ir lejos a evangelizar tribus paganas,
o apoyar para que otros vayan? ¿Es predicar la Palabra a multitudes, o es
susurrar nuestro testimonio en el oído de personas más cercanas? ¿Es lo grande
allá, o lo pequeño acá? ¿Tomará nuestra gran obra sólo unos días o toda una
larga vida? No importa lo que sea, ni cuánto tiempo nos tome; lo que importa es
asir aquello para lo cual fuimos asidos por Cristo Jesús.
Esto debiera ser nuestra única comida,
nuestro desvelo y meta. Nada debiera apartarnos de este objetivo, cumplido el
cual nuestra carrera estaría concluida y nuestros ojos podrían cerrarse en paz.
Robert Thomas nos da un claro ejemplo de ello.