MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
1 de marzo
Las consecuencias del ver
La sanidad del ciego, en Juan capítulo 9,
pone sobre la mesa el asunto de la ceguera espiritual y de las consecuencias de
la sanidad de esa ceguera. Porque está claro que aquí no se trata tan sólo de
una sanidad física, sino del ver espiritual y de sus efectos. El Señor lo
sugiere claramente incluso antes de sanar al hombre, cuando dice:
"Entretanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo".
En realidad, la sanidad física es una
metáfora del ver espiritual. (Así lo entienden también claramente los fariseos
al final del episodio). Curiosamente, la visión física (como la visión
espiritual), siendo buena en sí misma, para el hombre sanado no sólo es motivo
de gozo, sino también de tristeza. Tal parece que su vida hubiera seguido más
tranquila y cómoda siendo ciego. La visión trae problemas, porque implica una
revolución en la vida entera.
Sin embargo, la metáfora y su significado
tienen una leve diferencia. La sanidad física es inmediata, en tanto la visión
espiritual es gradual. Y el Objeto espiritual visto luego de la sanidad es,
sobre todo –aunque no exclusivamente– el
propio Señor Jesucristo. (No exclusivamente, porque ahora ve también la ceguera
de los que están a su alrededor).
Notemos algunos hitos en la recuperación
gradual de la visión espiritual en lo que respecta a Jesús. En una primera
instancia, él ve a Jesús simplemente como "aquel hombre que se llama
Jesús"; en una segunda instancia lo ve como "profeta", y en la
tercera y definitiva lo ve como "el Hijo de Dios". Al comienzo él no
sabe mucho acerca de Jesús, luego se atreve a decir que "ha venido de
Dios", y finalmente él se postra a sus pies, y le adora. Esta última etapa
es la de la visión espiritual cierta y segura, pues ve a Jesús como él es.
Sin embargo –y he aquí una paradoja–, él ve a Jesús como Hijo de Dios sólo
después que ha sido expulsado de
La primera consecuencia de ver algo acerca
de Jesús es ser echado de la sinagoga, y la consecuencia de salir de la
sinagoga es ser buscado por Jesús para una revelación de Él mismo. (Si se es
fiel en lo poco, se recibe más). El ex ciego ahora es un apátrida, un nadie en
el orden social, entonces Jesús le busca y le consuela con el conocimiento
superior y perfecto acerca de Sí mismo. Ver a Jesús sin velos es la mayor
gloria del hombre.
Así que, salir de la sinagoga significa,
primeramente, tener la gloria de ver a Jesús como el Hijo de Dios. Pero también
significa tener una espada traspasando el alma. Hay un ostracismo, una
marginación. Está la tristeza del alejamiento (a veces hasta de la propia
familia), la pérdida de la aceptación social (sea buena o mala, es aceptación
al fin), y de los beneficios que otorga el sistema religioso.
Están también la vida y la muerte, la luz y
las tinieblas, la paz y la violencia, la fe y la duda, en una pugna permanente.
Son las zozobras de una vida espiritual en un cuerpo de carne y en un mundo de
tinieblas.
Son las consecuencias del ver.