MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
30 de junio
La parábola de las diez vírgenes
Mateo 25:1-13.
Mateo es el único de los cuatro evangelistas
que usa la expresión “reino de los cielos”. Esto es porque su
evangelio fue escrito para los judíos, y revela a Cristo como el Rey de reyes.
El Señor Jesús usó esta parábola cuando
hablaba sobre su segunda venida, en los capítulos 24 y 25. Esto nos muestra que
se refería allí al reino milenial y no a la salvación
o condenación de los hombres. Hablaba de lo que ocurriría después de su retorno
y de la entrada al reino.
Esta parábola habla de todos los que han
sido regenerados, ya que la virginidad es la característica de una nueva
criatura (2ª Cor. 11:2). El diez es un número completo, y las diez vírgenes
aluden a todos los santos. Sin embargo, cinco eran prudentes, y las otras cinco
eran necias. Y no sólo la virginidad, sino también la lámpara, nos muestra la
regeneración de ellas, pues el espíritu del hombre es la lámpara del Señor
(Prov. 20:27), y el aceite en la lámpara es su Espíritu (Zac.
4:1-6).
Pero notemos en el versículo 25:8 de Mateo
que las lámparas de las insensatas se estaban apagando. Esto nos da evidencia
de que no es una cuestión de salvación, sino del reino, pues el propio Señor
dice en Isaías 42:3 que el pábilo que humea no será
apagado. La salvación permanece como gracia eterna en la vida de esos
cristianos. El perjuicio será en el reino; temporal, pero doloroso. Como dice
el Señor, con “lloro y crujir de dientes”.
El verso 7 nos muestra otra revelación de
gracia – que todos los salvados resucitarán juntos. A la voz del esposo,
todas despertaron del sueño, todas se levantaron. Entonces, ¿dónde está la
diferencia entre las prudentes y las insensatas? Sólo en el aceite de las
lámparas. Si todas tenían lámparas, ¿qué significa el aceite en las vasijas? La
comunión de los santos, la llenura del Espíritu. Pablo nos enseña esto en
Efesios 5:18-19.
El aceite para las vasijas sólo se adquiere
en la comunión de los santos, a través de todos los santos (Ef. 3:18). Es el
óleo que desciende de la cabeza que es Cristo hasta la orla de los vestidos
– la iglesia (Sal. 133). Sólo esta comunión nos puede llenar del
Espíritu. Es el aceite de la unción que permanece en nosotros (1ª Jn. 2:27). Las insensatas, que menospreciaron la comunión,
al regreso del Señor, quedarán fuera.
En aquel día, los insensatos no podrán tomar
de ese aceite que sólo puede ser adquirido en la comunión de los santos. Por
tanto, hermanos amados, no seamos necios, sino procuremos saber cuál es la
voluntad del Señor (Ef. 5:17).