MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
4 de junio
El querer de Cristo
Mateo 8:1-4, Marcos 1:40-16, Lucas 5:12-16.
En este pasaje se describe la forma en que
el Señor sanó a un hombre leproso. Este hombre probablemente se presentó de
improviso, ya que los leprosos eran fuertemente discriminados en aquella época,
puesto que la enfermedad era asociada con pecado. Con el avance de la medicina
se sabe que la lepra es causada por un agente etiológico específico que puede
ser tratado en forma medicamentosa.
Este leproso se presentó delante del Señor
haciendo una afirmación: "Si quieres, puedes limpiarme", lo cual es
claramente un indicador de fe. Él no cuestionó el poder sanador del Señor, sino
que apeló a la voluntad de Jesús. En otras palabras, el leproso dijo lo
siguiente: "Tú tienes el poder de sanarme; sólo necesitas quererlo".
Tal vez habría sido distinto si la pregunta hubiese sido: "¿Podrías
limpiarme?".
Otro aspecto importante es lo referente a la
actitud del leproso delante del Señor es su humillación. Los tres evangelios lo
refieren. Lucas incluso dice "se postró con el rostro en tierra y le
rogó". Al ver esto, y conociendo la fe del leproso, el Señor "lo
tocó", según relatan Mateo, Marcos y Lucas. ¿Qué significa esto? Que el
Señor no sintió asco de la miseria, el mal olor, la bajeza social y el aspecto
físico del leproso. En su gran misericordia, el Señor Jesús no hizo
discriminación con este hombre.
Marcos dice: "Y Jesús, teniendo
misericordia de él". Entonces se conjugaron humillación, fe y
misericordia. Sólo en ese momento vino la respuesta del Señor: "Quiero, sé
limpio". Marcos dice: "Y así que hubo hablado, al instante la lepra
se fue de él, y quedó limpio" (v. 42)
En la actualidad la lepra no existe como en
la antigüedad, en que era una epidemia culpable de millones de muertes
alrededor del mundo. Sin embargo, existe de otra forma, como una alegoría del
pecado, que afecta a toda
Tal como los leprosos eran segregados, el
pecado hizo separación entre el hombre y nuestro Padre. Pero bendito sea
nuestro Señor que al vernos enfermos, pecadores y destituidos de la gloria de
Dios, nos amó y dio su vida para limpiar nuestros pecados.
Se debe notar la expresión del leproso:
"Si quieres, puedes limpiarme". El no pidió sanidad, sino limpieza.
¿Qué ocurrirá entonces con los actuales leprosos? Sabemos que la respuesta del
Señor fue: "Quiero, sé limpio". Podemos inferir que el Señor quiere
limpiar a los leprosos de hoy.
Pero debemos tener en cuenta que la limpieza
o sanidad de este leproso y la limpieza de nuestros pecados tuvieron precios
muy diferentes. Para sanar al leproso al Señor sólo le bastó querer. Sin
embargo, el costo de limpiar los pecados de toda la humanidad fue la propia
vida a nuestro Señor. ¡Bendito sea nuestro precioso Señor Jesucristo!