MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
1 de junio
Ejemplos en el sufrimiento
La iglesia en
Tesalónica era una iglesia sufriente, pero una iglesia hermosa. Tal como
Esmirna, a la cual dijo el Señor: "Yo conozco tus obras, y tu tribulación,
y tu pobreza (pero tú eres rico)" (Ap. 2:9). De la misma manera, el
Espíritu Santo, a través de Pablo consuela a los tesalonicenses en medio de sus
tribulaciones, haciéndoles notar la inmensa riqueza que ellos poseían.
Apenas habían
recibido la palabra de Dios, muy pronto se habían llegado a ser un ejemplo para
los de Macedonia y para los de Acaya. Pablo les dice: "...en todo lugar
vuestra fe en Dios se ha extendido de modo que nosotros no tenemos necesidad de
hablar nada" (1ª Tes. 1:8). Ellos se amaban entre sí, de tal manera que
Pablo les dice: "Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que
os escriba", y no sólo entre ellos, sino también a los hermanos de toda
Macedonia.
Las Epístolas
a los Tesalonicenses están llenas de alabanzas a Dios y de elogios a la
iglesia. ¿Cuál era la causa de su hermosura? Ellos habían sido depurados por
las tribulaciones. "Habéis padecido de los de vuestra propia nación las
mismas cosas que ellas (las iglesias de Judea) padecieron de los judíos"
les dice Pablo en
Por lo mismo,
Pablo dedica mucho tiempo a hablarles de
El gozo del
apóstol se expresa una y otra vez por causa de la amada iglesia: "Porque
¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona, de que me gloríe? ¿No lo sois
vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois
nuestra gloria y gozo" (1ª Tes. 2:19-20). "En medio de toda nuestra
necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra
fe" (3:7).
Cuando Pablo
se enteró de que ellos habían sabido de las tribulaciones de los apóstoles, se
afligieron (no por sus tribulaciones sino por el efecto de tristeza que ellas
podían haber provocado en los hermanos), y enviaron a Timoteo para consolarles;
"...no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo
resultase en vano" (1ª Tes. 3:5). ¡Qué relación más cálida entre el
apóstol y la iglesia! Él se olvida de sí mismo para pensar sólo en ellos y
consolarles por las malas noticias que habían recibido.
La belleza de
una iglesia, como también la de un cristiano, es la que le dejan los
sufrimientos, cuando ellos se llevan en la fe y en el acatamiento. Tal como nos
dio ejemplo el mismo Señor Jesucristo, quien "...por lo que padeció
aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen" (Heb.
5:8-9).