MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
29 de julio
Extraña forma de santificarse
Juan 18:28.
En los momentos finales del Señor Jesús
antes de la cruz, los sacerdotes pusieron mucho esmero en mantener la
observancia de la ley de Moisés en cuanto a los asuntos ceremoniales se
trataba.
No quisieron echar los treinta siclos de plata que devolvió Judas en el tesoro de las
ofrendas, para no contaminarlo, porque era precio de sangre (Mat. 27:6). Anás y Caifás, con su compañía, no quisieron entrar en el
pretorio esa mañana para no contaminarse y así poder comer la pascua (Juan
18:28).
Luego, los judíos no quisieron que los
cuerpos de los crucificados quedasen en la cruz en sábado, así que pidieron a
Pilato que se les quebrasen las piernas, y acelerar así su muerte. Ese sábado
era de gran solemnidad, así que no querían quebrantarlo (Juan 19:31-33).
Finalmente, lo sepultaron con premura, porque era la preparación de la pascua,
y no querían que la fiesta se contaminase.
Ellos seguían impertérritos su celebración
pascual, procurando realizarla estrictamente según la ley y
Las formas de santidad exterior eran de gran
valor para los judíos. Sin embargo, el Señor había dado muy mal testimonio de
ellas. ¡Qué absurdo! ¡Qué locura! No quisieron contaminarse con Jesús, y le
mataron para sacarse de encima a un blasfemo.
El Señor había dicho a sus discípulos:
“Cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Juan
16:2). Esa palabra encontró primero en él su cumplimiento. Desde entonces,
mucha sangre inocente se ha derramado bajo tal premisa.
La ceguera de los judíos, ocupados en las
formas externas de una religión vacía de contenido –de verdadera santidad– no es la única en