MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
27 de julio
Los pobres de la tierra
“Porque no para siempre será olvidado el
menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente” (Sal.
9:18).
El comunismo ha fracasado en su conquista de
un paraíso terrenal. Ha buscado infructuosamente hacer justicia a los pobres de
la tierra, instaurando sistemas de gobierno que se han vuelto contra quienes
buscaban aparentemente favorecer.
Sin embargo, los pobres y menesterosos
tendrán una victoria final. Años y siglos de injusticias no habrán sido en
vano. Y la justicia y la vindicación no vendrán de un gobernante terreno ni de
un sistema político, sino del Dios de toda misericordia y consolación. De Aquél
que, siendo rico, por amor a nosotros, se hizo pobre, para que nosotros, en su
pobreza, fuésemos enriquecidos.
Quedarán vengados los sufrimientos de
quienes soportaron toda una vida de despojo, de humillación. Serán vengados del
rostro ceñudo del rico prepotente, del esquilmador,
del avaro maldiciente, del despojador de los bienes y de sus hijos.
Y no será un asunto de ideología. Será un
asunto de justicia divina, la misma que opera en el episodio del rico y Lázaro.
Al rico se le dijo: “Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida,
y Lázaro también males, pero ahora éste es consolado aquí, y tú
atormentado”.
¡Qué gozo será el de millones de pobres,
levantados al gozo del Señor! ¡Cuántas lágrimas de gozo lavarán heridas
purulentas, y miradas de dolor! Cuántos rostros que nunca se atrevieron a mirar
de frente verán sin temor a Aquél que levantará su cabeza para siempre.
La recompensa no se recibe aquí. No hay
rebelión, no hay vindicación presente posible. Este tiempo no es de victorias,
sino de humillación. “Si sufrimos (aquí), reinaremos con él”.
La visión de esta realidad lleva al
cristiano a esperar confiadamente el tiempo de la vindicación de Dios.