MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
24 de julio
De lo individual a lo colectivo (2)
"Así que, hermanos, deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la carne…" (Rom.
8.12).
Como vimos en la reflexión anterior, el
libro de Romanos muestra de fe en fe la justicia de
Dios. En Romanos
Muchos cristianos saben eso. Conocen por la
palabra de Dios la necesidad de vivir en comunión como iglesia, pues somos
miembros unos de los otros, pero no lo logran. ¿Por qué? ¿Por qué aprueban la
palabra de Dios, necesitando vivir en amor, pero lo que vemos es falta de ese
amor, de humildad, perdón, de soportarse unos a otros? Porque todavía no
pasamos de lo individual a lo colectivo, de la carne al espíritu; aún no vemos
que el crecimiento en la vida cristiana prosigue hasta la estatura del varón
perfecto, que es el Cristo corporativo.
Pero solo pasaremos de lo individual a lo
colectivo cuando nuestra carne sea tratada por la obra de la cruz y nos
volvamos deudores al Espíritu, para no andar más según
Mientras somos tratados en la carne, si no
tomamos nuestra cruz, podemos estar conviviendo con hermanos, pero aún no
viviremos como verdaderos miembros del Cuerpo, siendo usados por el Espíritu
para el bien común. ¿Y cuál es el momento exacto en que este cambio es hecho
por el Espíritu? Cuando nos volvemos deudores al Espíritu, para no andar más
según la carne (Rom. 8.12-13); cuando entendemos que
el Espíritu es el Paracleto, el maestro y la garantía de nuestra herencia, y
que el Espíritu es el Señor, el Pastor y Obispo de nuestras almas.
Sólo funcionaremos como miembros efectivos
en la iglesia del Señor cuando andemos en el Espíritu y no en