MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
23 de julio
De lo individual a lo colectivo (I)
"Así que, hermanos, deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la carne…" (Rom.
8.12).
El libro de Romanos
va revelando, por el evangelio, de fe en fe la justicia de Dios (Rom. 1.17). Pero el evangelio en Romanos
va mucho más allá de la obra expiatoria de Cristo. Cuando Pablo cuando escribe
a los romanos dice que estaba listo para anunciar el evangelio también a los
hermanos que estaban en Roma.
¿Pero cómo? ¿Predicar el evangelio? ¿Acaso
ellos ya no eran hermanos? Ya eran amados de Dios (1.7). En el capítulo 16
Pablo saluda a varios hermanos, incluyendo a Priscila y a Aquila sus cooperadores,
y a Apeles, un hermano aprobado en Cristo, entre otros (Rom.
16.10). El evangelio, como relata Pablo en Romanos1.3-6, es toda la gracia que
está en Cristo Jesús, algo que empieza de lo individual y pasa después a lo
colectivo.
La iglesia del Señor ha recibido revelación
clara de que el vivir de los hermanos como cristianos debe pasar de lo
individual a lo colectivo, pues en un momento de nuestra vida cristiana es
necesario que entremos en Romanos 12.1-2. Allí no es un sacrificio por el
pecado, sino un holocausto. En la ley era necesario primero hacer un sacrificio
por el pecado, y el sacrificio por el pecado implicaba la muerte de un inocente
en el lugar del pecador. En este sacrificio había derramamiento de sangre y
muerte. Esto nos enseñan los capítulos
El Señor Jesús, nuestro Cordero pascual, fue
sacrificado por nosotros. Derramó su sangre para perdón de nuestros pecados (Rom. 3.21-25), nos atrajo en él y nos hizo morir juntamente
con él para que muriésemos para el pecado (Rom.
6.1-7), y nos dio vida en la resurrección, haciéndonos sentar con él en los
lugares celestiales (Ef. 2.5-6).
Morimos para la ley por el cuerpo de Cristo
para vivir en novedad de vida. Una experiencia individual con el Señor de
perdón, justificación, y liberación. Pero aquél que predestinó, también llamó,
justificó y glorificó (Rom. 8.30). La predestinación,
el llamamiento y la justificación son personales, pero la glorificación es
colectiva.
De Romanos