MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
26 de febrero
Cómo los hijos de Dios deben criar a sus hijos
La clave de la enseñanza bíblica sobre de la
crianza de los hijos está dada en Efesios 6:4: "Y vosotros, padres, no
provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación
del Señor".
Ya hemos visto, en un sentido positivo, qué
significa disciplinar y cuál es su importancia, como también lo que significa
la amonestación o enseñanza. Ahora veremos algo respecto a la prohibición que
se da a los padres en cuanto a no provocar a ira a sus hijos. Este mandamiento
de Efesios 6:4 aparece reforzado en Colosenses 3:21: "Padres, no
exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten". Las expresiones
"provocar a ira" y "exasperar" también se traducen como "irritar".
La disciplina, a la luz de la Palabra, es un
acto que reviste solemnidad, porque en ella el padre o la madre están
obedeciendo al Señor. Cuando los padres disciplinan hacen uso de una autoridad
delegada, por cuanto ellos son meramente administradores de la autoridad de Dios.
Por tanto, debe disciplinarse –aunque parezca paradójico–
con respeto. Respeto hacia el hijo, porque si bien él debe ser corregido, su
dignidad como hijo de padres que a la vez son hijos de Dios debe quedar
resguardada.
La burla, la ironía y el sarcasmo, tan
recurrentes en estos casos, deben quedar totalmente de lado. Cuando se trate de
castigo físico, aun el área del cuerpo sobre el cual se aplica debe ser
escogida con cuidado, de modo que no involucre ningún daño más allá del dolor
momentáneo.
Es necesario que los padres ejerzan una
autoridad en humildad y temor. La disciplina permite a los hijos tomar una
lección de obediencia. ¡Qué distinto es este noble ejercicio de aquella burda
imitación diabólica que son las golpizas desatadas por padres descontrolados!
Con razón las autoridades en todo el mundo están tomando medidas para
salvaguardar la dignidad de los hijos y evitar la violencia intrafamiliar.
Sin embargo, para los padres creyentes, que
de verdad son un ejemplo de amor y devoción al Señor, que andan delante de él y
se ejercitan en la piedad, no será difícil disciplinar a sus hijos en el temor
de Dios. Si ellos no disciplinan a sus hijos como la palabra de Dios lo enseña,
están faltando a una clara responsabilidad. Pero si lo hacen excediendo los
límites en ella establecidos, también pecan contra Dios.
El camino de los padres creyentes es el de
la sumisa obediencia a la Palabra, ejerciendo una disciplina firme pero
amorosa; sin temores, pero también sin excesos. Los hijos creyentes, que tienen
un corazón sensible, reconocerán los móviles de la disciplina así ejercida,
verán a Dios en ello, y agradecerán a su tiempo los frutos de esa disciplina.
"Criadlos en disciplina y amonestación
del Señor" es el imperativo ineludible para los padres creyentes; en
tanto, "No provoquéis a ira a vuestros hijos" es el santo límite que
el Espíritu de Dios pone a ese imperativo.