MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
21 de febrero
No hacer del mundo nuestro hogar
"Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino
que buscamos la por venir" (Heb. 13:14).
"La doctrina cristiana del sufrimiento
explica, a mi juicio" –escribe C. S. Lewis–
"un hecho extremadamente curioso del mundo en que vivimos: Dios no nos
entrega la felicidad y seguridad estables que todos deseamos, por la naturaleza
misma del mundo. Sin embargo, ha repartido ampliamente gozos, placeres y
alegrías. Nunca estamos por completo a salvo, pero nos divertimos mucho, y en
ocasiones alcanzamos el éxtasis".
"No es difícil ver
El hogar, el verdadero hogar nos espera sin
sombras, ni lágrimas. No más pruebas ni sorpresas terribles. Mientras pasamos
ahora por el valle de sombra de muerte, bien podemos vislumbrar, con legítima
esperanza, la luz esplendorosa que hay más allá.
El autor agrega: "Las Escrituras ponen
frecuentemente en la balanza la dicha del cielo frente a los sufrimientos de la
tierra, y ninguna solución al problema del dolor que no haga lo mismo puede ser
llamada cristiana".
"En la actualidad somos muy renuentes a
siquiera mencionar el cielo. Tememos a las burlas por la "ciudad
celestial" y que nos digan que en vez de cumplir con el deber de construir
un mundo feliz aquí y ahora, nos estamos "evadiendo" en la fantasía
de un mundo feliz en alguna otra parte. Pero o existe una "ciudad
celestial", o no existe. Si no lo hay, el cristianismo es falso. Pues esa
doctrina está entretejida en toda su urdimbre".
"Tememos que el cielo sea un soborno, y
que si lo hacemos nuestra meta, ya no seremos desinteresados. No es así. El
cielo no ofrece nada que pueda desear un alma mercenaria. No hay peligro en
decir a los puros de corazón que ellos verán a Dios, porque tan sólo los puros
de corazón lo desean. Hay recompensas que no empañan los motivos. El amor de un
hombre por una mujer no es mercenario porque desee desposarla, ni mercenario su
amor a la poesía porque quiera leerla, ni su amor al ejercicio es menos
desinteresado porque desee correr y saltar y caminar. Por definición, el amor
busca gozar de su objeto".
Incontables generaciones de cristianos se
han consolado con las bellezas y dichas del cielo, con sus tonos tornasolados,
y sobre todo con el Morador principal de aquella cima inefable, en medio de la
miseria y el dolor más espantoso. Las pruebas los dolores de han dulcificado
con los cálidos aromas celestiales. ¿Habrá sido ilusoria su esperanza? ¿Habrá
dejado Dios burlados sus anhelos?
¿Habrá Dios defraudado a sus pequeñitos sufrientes?