MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
11 de febrero
Cristo, el principio y el fin
Es aceptado por la iglesia el
hecho de que Juan es el último de los apóstoles, y también el apóstol de
Las iglesias en Apocalipsis,
como enseñan algunos hermanos, pueden ser vistas en forma horizontal, como
iglesias de aquella época, y en forma vertical, representando los períodos
vividos por la iglesia del Señor desde el primer siglo hasta los días de Su venida.
Tanto los últimos escritos de
Pablo, como las cartas de Juan y el Apocalipsis, hablan de algo que la iglesia
había perdido de vista y de hecho: Cristo. Paulo dice algo muy serio en su 2ª
carta a los Corintios: "¿O no os conocéis a vosotros mismos, que
Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (13:5). Juan,
cerca de treinta años después, escribe el Apocalipsis por revelación del Señor
Jesús y dice a la iglesia en Éfeso: "Pero tengo
contra ti, que has dejado tu primer amor" (2:4).
Había obras, trabajaban en el
nombre del Señor y no se cansaban; tenían paciencia, pero habían dejado el
primer amor, habían dejado las primicias: Cristo. Por lo visto, las obras y los
trabajos se volvieron más importantes que el propio Señor. Laodicea muestra
claramente dónde estaba el Señor en la iglesia de aquel tiempo: del lado de
fuera.
Las iglesias de Apocalipsis
empiezan por Éfeso y termina en Laodicea. Esto nos
muestra que la iglesia del Señor empezó con la pérdida del primer amor y
terminó con la pérdida del propio Señor. Según ellos, eran ricos, no tenían
necesidad de nada; pero eran miserables, pobres, ciegos y desnudos del Señor
Jesús.
Ese es el retrato de la
iglesia del Señor desde el primer siglo. Por eso, Juan describe con mucho
énfasis en sus cartas algo que es primordial en un cristiano: el nuevo
nacimiento por la presencia de Cristo en nosotros. Este es el testimonio de
Dios, dice él, y quien no cree en el testimonio de Dios, hace a Dios mentiroso.
Quien tiene al Hijo –viviendo en nosotros–
tiene la vida; quien no tiene el Hijo de Dios, no tiene la vida (1ª Juan
5:9-12).
Ellos pueden tener un gran
nombre, una gran obra, riquezas, trabajos, paciencia, todo aquello en lo cual
un hombre se puede gloriar; pero quien no tiene al Hijo, no tiene
Juan hace muchas afirmaciones
serias contra aquéllos que confiesan ser cristianos, diciendo: Aquél que es
nacido de Dios no vive en la práctica del pecado ...
ama al que de Él es engendrado ... da su vida por el hermano ... vence al
mundo. Juan aún afirma que aquél que conoce a Dios anda en la luz, guarda Sus
mandamientos, y no aborrece a su hermano. De lo contrario, es un mentiroso;
nunca vio ni conoció a Jesús (1ª Juan 2:6).
Estamos viviendo tiempos de
restauración, y es bueno que atendamos a lo que dejó escrito el apóstol de la
restauración inspirado por el Espíritu Santo.
Juan aún escribe: "El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".