MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
10 de febrero
El diseño de la vida de Pablo
Christian Chen en su libro
"El Misterio de su Voluntad" ha demostrado muy certeramente la
estrecha relación que tienen las epístolas de Pablo con la vida espiritual del
apóstol.
Chen divide la vida cristiana
de Pablo –33 años– en tres etapas de 11
años cada una. La primera es la infancia, la segunda es la adolescencia y la
tercera es
Hay cuatro grupos de
epístolas: el primero lo conforman 1ª y 2ª de Tesalonicenses, que corresponde a
la infancia espiritual de Pablo, y dirigida a una iglesia nueva, que
experimentaba sus primeros meses de vida. El segundo grupo lo conforman
Romanos, Gálatas, y 1ª y 2ª Corintios, que corresponde a la adolescencia
espiritual de Pablo, dirigidas a iglesias que necesitan una enseñanza ordenada
y sistemática. El tercer grupo es Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón,
que corresponde a la madurez de Pablo, la etapa de mayor revelación, en su
confinamiento en Roma. Y el cuarto grupo es 1ª y 2ª Timoteo y Tito, que
corresponde a la vejez de Pablo.
Los primeros 11 años de Pablo
fueron años de aprendizaje, de silencio. Arabia y Tarso fueron los lugares que
le vieron beber las primeras palabras de Dios y recibir las primeras lecciones
espirituales. Su vida era como un dique que retenía el agua que algún día iba a
ser soltada.
Los segundos 11 años fueron
los años de mayor fructificación. Pablo realizó tres viajes misioneros y llenó
del evangelio a todo el mundo conocido. El agua se desparramó llevando vida a
todos los rincones.
Los terceros 11 años, los que
pudieron haber sido de mayor crecimiento aún, Pablo por largos períodos, estuvo
confinado en una cárcel. Pero la pérdida de la libertad no significó una mengua
para su vida espiritual. Al contrario, cuanto más bajo fue llevado, más alto lo
levantó Dios. Estando en la cárcel recibió revelación de los más grandes
misterios de la Biblia.
No hay nada accidental en la
vida de un siervo de Dios. Ciertamente, Pablo no tuvo, en vida, la ocasión de
ver el diseño de su vida, pero Dios, con cada experiencia de Pablo, estaba
tejiendo un tapiz muy hermoso, que nos ilustra cómo hace Dios con sus siervos.
La actitud de un siervo de
Dios es simplemente seguir a su Señor, aceptando que cada circunstancia y
prueba están perfectamente ordenados por Dios para Su propósito y para Su
gloria.