MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
9 de febrero
Las señales de los tiempos
Así como las señales
climáticas inciden en la vida sobre la tierra, también las señales espirituales
inciden sobre los hijos de los hombres. Los judíos tenían muy claro que cuando
el cielo nublado tiene arreboles por la tarde, a la mañana siguiente habrá
tempestad; o que cuando sopla la brisa del sur, al día siguiente seguirá el
buen tiempo. En eso, ellos conocían las señales de los cielos. Sin embargo, el
Señor Jesús les recrimina por no tener, al mismo tiempo, discernimiento para
conocer las señales espirituales del tiempo que estaban viviendo.
Siempre el Cielo está
haciendo algo, y lo que el Cielo hace, tiene repercusiones en
Cuando el Señor Jesús vino a
los suyos, ellos no supieron discernir las señales espirituales de los tiempos.
Por eso el Señor les dice: "...sabéis distinguir el aspecto del cielo,
¡mas las señales de los tiempos no podéis!" (Mat. 16:3). Ellos seguían
bailando al son de Moisés, cuando Dios estaba trayendo una nueva música, una
nueva melodía.
Es fácil para nosotros mirar
hacia el pasado histórico y juzgar la forma cómo nuestros antepasados en la fe
reaccionaron ante un nuevo día de Dios. A veces nos ponemos en la posición de
jueces severos, porque nos parece que vemos más claramente que ellos, y que
nosotros –en su lugar– hubiéramos hecho
mejor.
Claro, la perspectiva
histórica nos ayuda, pero ellos no
Los judíos en tiempos de
Jesús no supieron discernir adecuadamente su día. Por eso el Señor llora sobre
Jerusalén, y le dice: "¡Oh, si también tú
conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!..." y
agrega: "...no conociste el tiempo de tu visitación" (Luc. 19:42,
44). Ellos no conocieron su día, y al no conocerlo, en vez de alinearse con
Dios, dieron "coces contra el aguijón".
¡Oh,
cuán grande es nuestra responsabilidad! Porque tenemos muy poco tiempo para
discernir adecuadamente lo que Dios está haciendo hoy, y para tomar las
decisiones correctas, y toda la eternidad para lamentarlo, si nos equivocamos.