MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
8 de febrero
El sentido de las pruebas
En su libro "Santiago:
Prueba, Madurez y Reino", el escritor brasileño Delcio
Meireles aborda el tema de la salvación del alma, y el papel que tienen en ella
las pruebas. Meireles explica que la salvación tiene tres aspectos, una pasada,
una presente y una futura. La pasada, afecta a nuestro espíritu, que fue salvo
en la regeneración; la presente, afecta a nuestra alma, que está siendo
salvada; y la futura, que afectará a nuestro cuerpo. La salvación del espíritu
es lo que se conoce como la justificación, la salvación del alma es la
santificación, y la salvación del cuerpo es la redención.
Entender la "salvación
del alma" como una actividad presente, inconclusa aún, no es fácil.
Acostumbramos a creer que nuestra alma ya fue salvada por haber creído en el
Señor Jesucristo. En parte, esa dificultad de debe, en parte, a la traducción
de la palabra griega psiqué por vida, en las
versiones modernas de
En este contexto, se entiende
la finalidad de las pruebas en la vida del creyente. "La prueba
–dice Meireles– nos da la oportunidad de
negarnos a nosotros mismos, con miras a la salvación de nuestras almas; la
prueba de nuestra fe produce perseverancia que, a su vez, tiene que ser
constante e direccionada, a fin de alcanzar la madurez, ser completos, sin
deficiencia. En otras palabras, el carácter del Señor Jesús será formado en
nosotros, seremos moldeados en la misma imagen del Hijo Primogénito (Rom. 8:28-30; Gál. 4:19). Esa es
la meta que el Señor tiene para cada uno de sus hijos y su propósito eterno
sólo podrá ser cumplido cuando esta meta sea alcanzada. Todo aquel que coopera
con el Espíritu Santo en la realización de esta tarea celestial, es considerado
bienaventurado, porque soportó la prueba y cuando "haya resistido la
prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a lo que le
aman" (Stgo. 1:12)".
Esto queda claro también en
la experiencia de Job, quien no sufrió por el pecado, sino porque necesitaba
perder su alma en algunos puntos, como quedó claro durante su prueba. Cuando
los ojos del Señor, como llama de fuego, penetraron en las partes más ocultas
del alma de Job, y sus ojos fueron abiertos para verse a sí mismo, pudo decir:
"De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven" (Job 42:5).
Así, las pruebas colaboran
para la "salvación" de nuestra alma.