MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
3 de febrero
La vara de la vid
"...porque separados de mí nada podéis
hacer" (Juan 15:5).
Las palabras de Jesús en Juan
15:5 serían suficientes para entender que en las cosas de Dios sólo necesitamos
creer y permanecer en él; pero casi siempre es necesario que la longanimidad de
Dios nos dé más argumentos. Tenemos una tremenda predisposición para el
activismo, pero muy poca para la fe, la esperanza y el reposo. Aun nos es
difícil comprender que en las cosas de Dios no podemos recibir nada si no nos
es dado del cielo (Juan 3:27).
Para que comprendamos un poco
más sobre esto, el Señor nos da el ejemplo de
Lo que Dios no logró en
Israel, ahora él lo obtiene en Cristo. El Padre continúa siendo el viñador,
nosotros somos los pámpanos, las varas; pero la vid que ahora sí dará su fruto
precioso es Jesucristo. Ahora, la vid ya no es más un pueblo de dura cerviz,
sino Cristo. El Padre es lo que cuida de la vid, el cual opera todo en todos;
por eso, toda vara en él da fruto; y aquella que da fruto, él la limpia para
que dé más fruto todavía.
Pero la vara no puede dar
fruto por sí misma. El fruto viene de
Si estos argumentos no bastan
para que veamos que la vara no puede nada por sí misma, el Señor todavía nos da
en Ezequiel 15:2 algunos más para que consideremos: "¿Tomarán de ella
madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella
alguna cosa?". El Espíritu nos señala que nosotros como varas no servimos
para otra cosa, sino para dar fruto. No hay nada que podamos hacer por nosotros
mismos.
La vid es Cristo y el fruto
también es de Cristo. Nosotros, los pámpanos, somos apenas el medio por el cual
el Señor produce su fruto: "Así también vosotros, hermanos míos, habéis
muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios" (Rom. 7:4).
Amados hermanos, el Señor nos
enseña por la vid que separados de él nada podemos hacer. Sólo podemos dar
fruto si permanecemos en él, de lo contrario sólo serviremos para ser lanzados
en el fuego. Si permanecemos en él, daremos mucho fruto, y el Padre obtendrá en
su lagar, en la iglesia del Señor, lo que anhela: el vino, la alegría.
"Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en
él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis
sido enseñados, abundando en acciones de gracias" (Col. 2:6-7).