MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
30 de enero
El fracaso de Israel en alcanzar la justicia
Al final de Romanos 9, cuando
parece que ya ha dejado definitivamente atrás el tema de la justicia de Dios,
Pablo lo retoma con nuevos bríos. Y esta vez lo hace en relación con Israel. Y
Pablo se pregunta: ¿Por qué el pueblo escogido no alcanzó la justicia de Dios?
La respuesta que da Pablo a
esta pregunta nos sirve mucho a nosotros. "Israel, que iba tras una ley de
justicia, no la alcanzó (la justicia). ¿Por qué? Por iban tras ella no por fe,
sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo" (Rom. 9:31-32). El punto es: ¿Cuál es la forma en que
intentamos alcanzar la justicia? ¿Con qué actitud?
Israel dijo repetidas veces a
Dios que ellos estaban dispuestos a guardar
Una y otra vez Dios clama a
través de los profetas, que él está cansado de esa justicia, una justicia
hipócrita, basada en sacrificios externos, sin el compromiso del corazón.
Cuando vino el Señor Jesús, ellos estaban tan enredados en sus formas
religiosas, que no reconocieron a quien les podía
justificar de veras – porque "el fin de la ley es Cristo".
Por eso Pablo dice que Cristo
fue una piedra de tropiezo para ellos. Aquella Roca bendita que Dios estableció
como piedra angular de su edificio espiritual, fue para ellos un tropiezo. Así
también puede ocurrir con nosotros hoy. Si nos acercamos a Dios con un sistema
de obras, con una actitud de exhibir nuestra propia justicia, seremos
rechazados. De Israel se dice algo que también podría decirse de nosotros:
"Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es
Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Rom.
10:3-4).
Concédanos el Señor un
sentido tal de indignidad y de fracaso en nosotros mismos, que nunca
pretendamos reemplazar la justicia de Cristo, que sólo se obtiene por la gracia
de Dios mediante la fe, por la nuestra – oscura, sucia y vil. La fe es la
entrada a esta gracia, y también es la llave que nos permite permanecer en
ella, porque "en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para
fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (Rom.
1:17).
La fe está al comienzo y
también en la mitad, y al final. Que el fracaso de Israel no sea el nuestro.
Antes bien, que el fracaso de ellos nos advierta acerca de cuál ha de ser
nuestra actitud delante de Dios. "Porque las cosas que se escribieron
antes, para nuestra enseñanza se escribieron" (Rom.
15:4).