MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
4 de enero
El que es desde el principio
Juan
en su primera carta, en el versículo 2:13, habla de la vida cristiana en tres
etapas: hijitos, jóvenes y padres.
Los
hijitos son los bebés en Cristo, aquellos que recién han nacido de nuevo. Como
hijitos, difícilmente vemos a Cristo como una realidad en nosotros. Creemos que
él nos salvó y que ahora vive en nosotros, pero es algo más poético que real.
El
principio de la vida cristiana es un tiempo bendito de conocimiento del Padre,
pero Dios no quiere hijos eternamente niños, sino varones perfectos, hijos maduros,
a la medida de la estatura completa de Cristo (Ef. 4.13). Por tanto, después de
ser enseñados por Dios, somos conducidos a Cristo. Pero, para conocer a Cristo,
somos enfrentados a batallas espirituales contra nuestro adversario, el diablo.
Jesús,
después de su bautismo, fue llevado por el mismo Espíritu para ser tentado, y
así ocurre también con nosotros (Mt. 4:1). Él venció
al diablo porque la palabra de Dios estaba en Él, y así es con todo cristiano
joven, esto es, aquél que ya pasó de la infancia espiritual. Ahora en Cristo,
como nuevas criaturas, conocemos a Aquel que venció a la muerte y al diablo.
Sin embargo, aún no llegamos al propósito final de Dios para nosotros –
conocer a Cristo, conocer al que es desde el principio.
El
niño es dependiente, el joven es impetuoso, pero los padres son los santos
perfeccionados que hacen la obra de edificación del cuerpo de Cristo. Son
aquellos que han pasado por muchas fases del crecimiento cristiano y que ahora
pueden ayudar los más nuevos a correr la carrera con perseverancia. Un
cristiano es padre cuando él es totalmente cristocéntrico.
Alguien que oyó y conoce el Padre, conoció a Cristo en las batallas
espirituales, y ahora conoce a Aquel que es desde el principio.
Nadie
puede crecer antes de tiempo, pero el tiempo también revela que es insensatez
si aún necesitamos leche (Heb. 5:12-14). Como dice
Pedro y también Pablo: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento
de nuestro Señor” ... “Crezcamos en todo
en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (2ª Pedro 3:18; Ef. 4:15).