MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
25 de diciembre
Barriendo el espíritu sectario
"Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos
visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque
no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es
contra nosotros, por nosotros es" (Lc. 9:49-50).
---Juan,
el "Hijo del trueno", todavía no había sido transformado. Todavía era
el trueno que rugía y espantaba, en un celo carnal por su Maestro. Aquí prohíbe
echar fuera demonios a uno que no iba con ellos. Juan ama a Jesús con ese amor
exclusivista y enfermizo con que suelen amar los pequeños en la fe. Él no puede
permitir que alguien use el nombre de Jesús sin autorización, y sin formar
parte del grupo de los elegidos.
---Este
es el espíritu sectario. Es el espíritu exclusivista que el Señor destierra de
inmediato del corazón de Juan. El Señor sabía que este impulso carnal habría de
traer muchas dificultades a la obra de Dios más adelante, y deja este episodio
registrado, para nuestra enseñanza y provecho.
---Sin
embargo, este espíritu nos sigue persiguiendo y enredando, al punto de que
pareciera que el Señor nunca hubiese enseñado al respecto. Grandes siervos de
Dios e inspiradas corrientes de restauración, han padecido –y padecen– de este lamentable mal, para escándalo,
división y muerte en medio de
---Pero,
gracias a Dios, el corazón de Cristo es mucho más amplio que el nuestro; sus afectos
son mucho más fuertes y puros. En su corazón caben todos los que el Padre le
dio; los que estaban en el corazón de Dios antes que el mundo fuese.
---Cuán
a menudo una obra de Dios, la cual él en su gracia bendijo, se ha transformado
en una secta exclusivista. Sin embargo, en el corazón del Señor caben todos los
que invocan su nombre. Si lo hacen bien o mal, impía o piadosamente, es asunto
que le corresponde a él juzgar, y no a nosotros.
---Aquel
hombre que echaba fuera demonios seguramente no tenía la luz que los discípulos
tenían, por no gozar de la cercanía del Señor. Pero aún así, era digno de que
se le respetara. ¿Cómo podría hablar luego mal de Jesús, si había hecho milagro
en su nombre?
---Los
ojos de nuestro entendimiento deben ser abiertos para ver más allá del grupo en
el que participamos, de la obra a la que pertenecemos. Si eso no ha ocurrido,
es que no conocemos el corazón de Dios, ni podemos colaborar con su obra
universal. Si buscamos sólo el progreso de 'nuestra' doctrina, de 'nuestro' líder,
de 'nuestra' organización, estamos remando con un solo remo y mirando con un
solo ojo, sesgados y oscurecidos, con muy poca utilidad para Dios.
---¿Quiénes
han dejado de ser niños egoístas, cortos de vista y consentidos en la Casa de
Dios? ¿Quiénes tienen ojos para mirar y amar a los hijos de Dios más allá de
sus estrechos límites, en un horizonte más amplio, con un corazón generoso?
Ellos son bienaventurados, y útiles en las manos de Dios.