MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
19 de diciembre
La viña (1)
---En
la Biblia aparecen, al menos, dos clases de parábolas acerca de
---Pero
también pueden leerse juntas, y entonces tenemos una luz mayor, porque podemos
cómo se complementan: vemos la obra de Dios en nosotros, y también a través de
nosotros. En una, el labrador es Dios; en la otra, los labradores somos
nosotros.
---La
parábola de Isaías nos muestra que Dios es el labrador e Israel es su viña. Sea
que se trate del antiguo Israel o del nuevo, su obra es esencialmente
---Qué
precioso es ver a Dios invirtiendo su tiempo y recursos en nosotros. Tal como
hace cualquier viñador, su obra es paciente y constante. Todo revela el
profundo cuidado de Dios por su pueblo.
---Primero
está el cercar la viña, porque Dios pone límites entre lo que es suyo y lo que
no es. Lo segundo, despedregar. La parábola del sembrador nos muestra que una
tierra con piedras no es capaz de dar crecimiento a
---En
seguida, el lagar es una construcción importantísima en la viña de Dios. Allí
serán llevadas las uvas maduras para que completen el ciclo de su vida. El
destino final de la uva no es un racimo hermoso en la mesa del banquete, sino
un vaso de vino para alegrar el corazón. El lagar es el lugar de la trituración
y
---Pero
antes está la poda, que quita aquello que estorba para que los pámpanos lleven
más fruto, mucho fruto. De tiempo en tiempo, Dios mete mano en cada una de sus
vides para quitar lo que molesta. Y entonces la vid llora, y guarda silencio
por varios meses. El labrador respeta los ciclos de la vida, y el invierno es
uno de ellos.
---Luego,
el labrador cava alrededor de la planta para que la tierra no se endurezca, y
pueda entregar toda su fuerza. A veces la planta entera se remueve cuando el
azadón del labrador rompe la tierra alrededor, pero no es el fin para ella, es
sólo la necesaria sacudida para que la planta se revitalice.
---Y
en seguida viene el riego. ¡Qué grato es para la planta! La sed desparece,
llega el nuevo vigor del agua de
---Finalmente
está la acción más difícil de todas: echar fuera los pámpanos inútiles y
quemarlos (Jn. 15:6). El fuego aquí ¿es el infierno
de muerte y condenación? Seguramente no; pero sí es el fuego de la vergüenza y
el castigo.
---Esta
es, en conjunto, la preciosa (y también dolorosa) obra de Dios en sus hijos.