MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
9 de diciembre
Los caminos de Dios y los desafíos del tiempo del fin
(1)
"Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de
Israel sus obras" (Salmos 103:7).
---En
la historia del pueblo de Dios, encontramos dos clases de personas: las que
sólo conocen sus hechos y las que, además de eso, conocen sus caminos. Los
hechos de Dios tienen como objetivo llevarnos a conocer su poder y soberanía,
pero sus caminos son medios para revelar sus secretos y conducirnos a su
propósito más alto. Conocer apenas sus hechos significa quedar en la periferia
de su llamamiento, sin conocer el propósito para el cual fuimos llamados.
---El
peligro está en querer egoístamente disfrutar de su poder, de sus bendiciones,
no buscando conocer sus caminos y cooperar con su propósito. La indignación de
Dios se derramó sobre aquellos que "…siempre andan vagando en su corazón … y no han conocido mis caminos" (Heb. 3:10). En el desierto cayeron millares de aquellos que
insistieron en andar en sus propios caminos, en vez de someterse a la dirección
de Dios con miras a la edificación de su testimonio; y todo eso sirvió de
ejemplo para nosotros, que estamos llegando al final de los tiempos (1ª Cor. 10).
---Uno
de los mayores ejemplos de desvío de los caminos del Señor es manifestado a
través de aquellas conclusivas palabras de Jesús: "Y cuando (Jesús) llegó
cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh
si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas
ahora está encubierto de tus ojos" (Lc.
19:41-42). A pesar de haber Dios trabajado con su pueblo por cerca de 1600
años, preparándolo para la venida del Mesías, ellos no comprendieron ni su
propósito ni su manera de actuar. Dios operó entre ellos muchas señales que
eran como "bengalas" para ayudarles a andar en sus caminos; sin
embargo, se apegaron a los milagros y no al Señor. Conocieron sus obras, pero
no sus caminos.
---No
hay cómo dejar de percibir en el desahogo de Jesús las lágrimas que se
escurrían de su corazón lacerado por los golpes de desprecio de su pueblo:
"Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas…" (Mt. 23:37).
---Muchas
veces, los milagros no representan la aprobación de Dios, pero sí la última
instancia de advertencia, operando en el mundo físico para llamar la atención a
los ciegos hacia las realidades del mundo espiritual.
---Las
bendiciones de Dios, su protección, la prosperidad material, la multiplicación
de los miembros y el éxito religioso casi siempre fueron usados como
herramientas en las manos del diablo para manufacturar el velo que separa al
pueblo de Dios de la persona de Dios y de su propósito. El éxito ministerial
ciega el entendimiento cuando la brújula que punta al camino correcto no es más
la primacía del Hijo de Dios y, sí nuestra propia entronización y éxito. Tras
los bastidores del engaño, los aplausos de los hombres ciegos son los mensajes
de Satanás al ego de los líderes que buscan reconocimiento y gloria humanos.
---Jerusalén
no reconoció el tiempo de la visitación de Dios. ¿Estamos en condiciones de
discernir en qué tiempo estamos viviendo y de qué forma Dios está trabajando?
¿Habrá algún mensajero de la cruz que nos confronte, pregonando el juicio que
viene pronto, e invitándonos a volvernos a los caminos de Dios? (GL).