MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
31 de agosto
Iridiscencia
"Para que la multiforme sabiduría de Dios sea
ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en
los lugares celestiales" (Efesios 3:10).
Guillermo Hendriksen,
en su comentario de Efesios, señala que la mejor traducción para la palabra que
aquí se traduce como 'multiforme' es 'iridiscente'. Según Hendriksen,
la palabra griega usada aquí se refiere a aquello que tiene color y luz, y que
es precisamente lo que significa la palabra castellana 'iridiscente'.
Ahora bien, este es un adjetivo que en este
versículo acompaña a 'sabiduría', y como sabemos, la sabiduría de Dios es
Cristo. Cristo es la sabiduría iridiscente de Dios. Pablo nos indica que esta
Sabiduría se da a conocer por medio de la iglesia a los principados y
potestades. La iglesia es, por tanto, el medio utilizado por Dios para expresar
la maravillosa iridiscencia de Cristo.
Color y luz. ¿Qué hay en la naturaleza que
tenga color y luz al mismo tiempo? De todo lo creado, probablemente sean las
piedras preciosas lo que mejor refleja el sentido divino de la iridiscencia de
Cristo. Las piedras preciosas ocupan un lugar muy interesante en las
Escrituras. Por ejemplo, el atuendo del sumo sacerdote tenía piedras preciosas
para representar a cada una de las tribus;
Las piedras preciosas son formadas en un
largo proceso, mediante el cual el carbón común se convierte en una gema. Para
ello se requieren dos requisitos: el calor y
Dios ha escogido a las piedras preciosas
para mostrarnos la belleza de cada cristiano en quien él mismo ha trabajo por
largo tiempo, sometiéndolo a pruebas y aflicciones, para expresar la
iridiscencia de Cristo. La luz blanca y radiante de Cristo se separa en
maravillosos haces de luz, de los más diversos colores, al pasar por la textura
pura y translúcida de las piedras preciosas, que son sus amados. Así la
inefable belleza de Cristo es dada a conocer a través de la iglesia – con
sus muchos miembros, diferentes entre sí, pero complementarios en sus formas y
colores.
Es interesante ver en la diversidad las
piedras preciosas, en sus peculiaridades de color y forma, una alegoría de la
carrera de cada cristiano. Tal como los doce apóstoles del Cordero están
representados en aquellas piedras de los cimientos de la ciudad, cada cristiano
tiene una gema guardada para él, para mostrar su carácter único e irrepetible,
la forma única y exclusiva de reflejar la belleza de Cristo.