MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
27 de agosto
La oración
"Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso
durante veintiún días…" (Dan. 10:13).
Dios no oye a los pecadores, pero a aquel
que hace su voluntad a él oye (Jn. 9:31). Sus oídos
están cerrados para el egoísmo humano, porque el pecado hace separación entre
el hombre y Dios (Isaías 59:1-2).
Dios no oye a los pecadores, pero tiene
placer en la oración de los santos. "El sacrificio de los impíos es
abominación a Jehová; mas la oración de los rectos es su gozo" (Prov.
15:8). Dios tiene placer en la oración del justo, porque ella es hecha por el
Espíritu que habita en nosotros (Rom. 8:26-27).
Toda oración del justo es oída por Dios. Sin
embargo, lo que necesitamos entender desde el principio es que Dios tiene su
tiempo determinado para responderla (Ecl. 3:1). En
segundo lugar, existe muchas veces resistencia por parte del enemigo de
nuestras almas para que no recibamos la respuesta.
En el texto con que iniciamos esta
meditación, Daniel tenía una oración delante de Dios y la respuesta vino
después de veintiún días porque hubo esa resistencia. "Entonces me dijo:
Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a
entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras;
y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se
me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales
príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia" (Dan.
10:12-13).
Jesús nos enseña acerca de la necesidad de
orar siempre y no desmayar. "También les refirió Jesús una parábola sobre
la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un
juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella
ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi
adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de
sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta
viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me
agote
La oración eficaz es aquella que se hace
según la voluntad de Dios, en el nombre de Jesús. "Y todo lo que pidiereis
al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo" (Jn. 14:13). Toda voluntad de Dios no es
subjetiva. No será algo nuevo que Dios nos va a hablar, sino lo que está
expresado en su Palabra.
Todo lo que pedimos según la voluntad de
Dios, tengamos la certeza de que lo vamos a recibir, aunque eso demore algún
tiempo, o aunque haya resistencia temporal por parte del enemigo. "Y esta
es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho" (1ª Jn. 5:14-15).