MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
25 de agosto
Las lecciones de la higuera
Ha pasado un día desde la entrada triunfal
del Señor en Jerusalén. El Señor va saliendo ahora de Betania, y tiene hambre.
Entonces ve una higuera, pero no encuentra en ella frutos, sino hojas. Entonces
el Señor la maldice, aunque no es tiempo de higos (Marcos 11:12-14).
Es, sin duda, una respuesta sorprendente
Dios representa en la higuera a su pueblo.
Israel primero, y también, en algún sentido, nosotros. ¿En qué? Las hojas dan
un buen aspecto a un árbol. Ellas conforman un follaje atractivo a
La higuera llena de hojas, pero sin fruto,
es una vida con una religiosidad externa, sin vida interior. La vida cristiana
puede transformarse a veces en un asunto decorativo, en una expresión
farisaica, externa, de moral y buenas costumbres, o de una correcta enseñanza
'formal' para los hijos. Puede ser una sana costumbre, o una tradición
transmitida de padres a hijos, pero si sólo es eso, es como una higuera con
hojas, pero sin higos.
El Señor Jesús fue muy severo con los
fariseos a causa de tener sólo una apariencia exterior, pero sin vida interior.
Los comparó a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por
dentro están llenos de huesos de muertos. O como un vaso limpio por fuera, pero
sucio por dentro. "Vosotros por fuera os mostráis justos a los hombres,
pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad" (Mt. 23:28).
La función primordial de la higuera es
alimentar, así como la de la sal es salar, y la de la luz, alumbrar. Así, la
función primordial del cristiano es ser una antorcha en medio de un lugar
oscuro, una antorcha que no sólo alumbra, sino que arde (ver Juan 5:35). No
sólo con brillo exterior, sino con un compromiso interior. El cristiano está
llamado a dar fruto para Dios: "Os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca" (Juan 15:16).
El cristiano no sólo debe dar fruto
ocasionalmente (como la higuera), sino en todo tiempo. Eso es lo que nos dice
el hecho de que el Señor haya maldecido la higuera pese a que no era tiempo de
higos. ¿Hojas o higos? ¿Apariencia u obras de verdadera justicia?
Este episodio de la higuera nos enseña
también que hay hambre espiritual, que hay necesidades que atender. En tal
caso, de nada sirve un cristianismo estético, inútil, sino uno eminentemente
práctico. Los hombres tienen sed, y sólo pueden darles de beber quienes tienen
un río fluyendo dentro de sí. Los hombres tienen hambre, y sólo pueden darles
de comer quienes tienen frutos, y no hojas.
Son las lecciones de la higuera para
nosotros, hoy.