MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
10 de agosto
Cinco mujeres
Cinco mujeres aparecen en la genealogía del
Señor Jesucristo en Mateo capítulo 1, y cada una de ellas tiene su historia.
La primera es Tamar, quien tuvo la desdicha
de ver morir a dos esposos, ambos hijos del patriarca Judá, a quienes Dios
quitó la vida por malvados. Luego, mediante un ardid, logró concebir de su
propio suegro –Judá– a Fares, por quien
siguió la línea genealógica del Señor.
La segunda es Rahab,
la ramera de Jericó. Ocupa en la galería de hombres de fe de Hebreos 11 un
lugar que ni siquiera tiene Josué, contemporáneo suyo. Ella recibió a los
espías hebreos, y los escondió, por cuya fe fue salvada de la destrucción de la
ciudad, junto a toda su familia.
La tercera es Rut,
La cuarta es Betsabé, la mujer de Urías,
madre de Salomón. Una mujer bella, pero poco recatada. Mientras se bañaba en su
terrado, provocó al rey David, el cual, por poseerla, mandó a matar a Urías,
uno de sus hombres más valientes.
La quinta es María,
En esa genealogía hay implícitas cuarenta y
dos mujeres, pero sólo se mencionan cinco. Entre ellas, tres gentiles, todas
sufridas, una de ellas prostituta de oficio, otra prostituta de ocasión;
mujeres, en fin, que un rey no hubiera escogido, ni menos mencionado, en su
genealogía.
Pero de tal tipo de personas tuvo
misericordia el Señor. El que no se avergüenza de llamarnos hermanos, ni de
haber nacido como un proscrito, escogió a estas cinco mujeres para que formaran
parte de su especial familia.