MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
4 de agosto
Por Él son todas las cosas
Es interesante ver cómo Dios, aun sabiendo
de la impotencia del hombre, le da primero a él
Después Dios llamó un pueblo e hizo un pacto
con ellos. Un pueblo santo, un reino sacerdotal, para que Él fuese conocido a
través de ese pueblo en toda la tierra, pero su pueblo invalidó aquel pacto.
Ellos tentaron y desobedecieron a Dios, y no guardaron sus testimonios (Salmos
78.56).
Dios quedó en silencio cerca de 400 años,
cuando después de 50 días de la muerte de Jesucristo, derramó su Espíritu sobre
toda carne (Hechos 2.17). Un nuevo pacto, una nueva alianza con el hombre.
Ahora la ley estaría en sus corazones, y ellos tendrían el Espíritu para
guiarlos. Todo fue confirmado por el Señor con señales, prodigios, maravillas y
dones del Espíritu. Pero cerca de 30 años después, aquello que había sido
iniciado por el Espíritu estaba terminando en
Caímos
en Adán en cuanto a nuestra libre elección, caímos como pueblo en obedecer a
sus mandamientos y caímos como iglesia. Ya tuvimos nuestra oportunidad de
escoger las cosas, y en todas ellas caímos. Miserables hombres somos. ¿Quién
nos librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios por Cristo Jesús nuestro
Señor.
Un hombre, el Hijo del Hombre, Jesús, se
levantó para primero obedecer en todo, y después restaurar todas las cosas.
Primero, en este tiempo presente, empezó a restaurar el hombre, haciéndolo
primicias de sus criaturas, transformándolo de gloria en gloria en su imagen
(2ª Cor. 3.18), por el lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espírito Santo (Tit. 3.5). Y
cuando su obra de restauración termine, él se presentará a sí mismo una iglesia
gloriosa, santa e irreprensible (Ef. 5.26-27).
No podemos ignorar la oportunidad que nos
fue dada y nuestra caída. En todo ello fallamos, pero ahora por Cristo somos
más que vencedores. Todo lo podemos en Aquel que nos fortalece, tanto para escoger
la buena, perfecta y agradable voluntad de Dios, como también para obedecerle y
vivir como iglesia.
Sólo por Cristo ya podemos gozar de aquello
que aun va a ser restaurado. Sólo por Cristo podemos vivir como hermanos,
amándonos unos a otros. Lo que es imposible para el hombre, es posible por
Cristo. Sólo por él podemos andar en el camino, en la verdad y en la vida; sólo
por él ya podemos gozar en plenitud de aquello que un día veremos en su
realidad plena.