MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
28 de abril
Si no tengo fe, ¿podré ser salvo?
Richard Wurmbrand,
famoso pastor rumano, cuenta que en su juventud, siendo un ateo, oraba así:
"Dios, tengo el convencimiento absoluto de que tú no existes; pero por si
acaso existieras, cosa que dudo, no es mi deber creer en ti, pero sí es tu
obligación revelarte a mí". Al poco tiempo, Dios se le reveló, y llegó a
ser un siervo de Dios.
Muchas personas hay sobre la tierra que no
tienen fe para ser salvas. Aunque se esfuercen, no pueden creer, y piensan que
nunca podrán alcanzar la salvación de Dios. Cuando el Señor Jesús estuvo en la
tierra, salvó a muchos. Algunos tenían una fe muy grande, otros ni siquiera
creían, y aun otros vinieron a él con una fe prestada. Y todos fueron salvos.
Una vez se acercó un leproso diciéndole:
"Señor, si quieres, puedes limpiarme" (Mat. 8:2). Él sabía que
bastaba con que el Señor quisiera. No era asunto de si el Señor podía, sino de
si quería. ¡Qué fe más profunda! Otra vez vino a él una mujer enferma de flujo
de sangre, que decía dentro de sí: "Si tocare solamente su manto, seré
salva" (Mat. 9:21). Ella sabía que había tal poder en él que bastaba con
ese gesto, y se operaría el milagro. Estas personas tomaron la iniciativa, y
por supuesto, obtuvieron del Señor lo que pidieron.
Y tenemos el caso de un hombre que fue salvo
por la fe de otros: aquel paralítico a quien sus amigos pusieron en una camilla
y le llevaron a la casa donde estaba Jesús. Al no poder entrar, a causa de la
multitud, ellos tomaron a su amigo, hicieron una abertura en el techo, y lo
bajaron a los pies del Señor. El Señor Jesús, "al ver la fe de
ellos", sanó al enfermo (Mar. 2:1-5). No fue el enfermo quien tomó la
iniciativa de acercarse al Señor, sino sus amigos.
Pero hay aun otros casos más dramáticos,
como el de aquella pobre mujer encorvada, que hacía 18 años no podía erguirse.
Cuando Jesús la vio,
Estos dos últimos casos representan a la
humanidad sufriente, postergada. Son los derrotados de la vida, que han
presenciado cómo otros triunfan, mientras a ellos la suerte les ha vuelto
Aún hoy, el Señor pregunta a todo aquel que
sufre: "¿Quieres ser sano? ¿Quieres ser salvo?". Basta que usted le
diga "Sí", y él le salvará y le sanará.